Hugo Solano
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Luego de vivir en Estados Unidos, donde se casó y procreó tres hijos, Magdalena Pacheco, de 40 años, enfrentará del 1°. al 19 de noviembre el juicio por su presunta participación en la muerte de José Andrés Borrasé Taylor, ocurrido en La Unión, el 18 de noviembre de 1997.

Se le acusa de homicidio calificado, delito por el cual el Tribunal Penal de Cartago condenó a Laureano Montero, entonces compañero sentimental de Magdalena, a la pena máxima de esa época, que era de 25 años.

En una entrevista telefónica publicada por Al Día, el 5 de setiembre, Magdalena dijo que por “consejos mal dados de sus abogados” escapó del país a finales de 1998. Por lo tanto, en aquel momento se declaró su rebeldía y comenzó su búsqueda.

Con el falso nombre de Verónica Girón Solares, y haciéndose pasar por guatemalteca, vivió en Long Island, Nueva York, hasta el 9 de abril del 2008, cuando la Interpol la capturó.

El Tribunal, durante el juicio, dio por probado que Laureano le pidió a Magdalena, su compañera, deshacerse del arma homicida, una pala y unas tablas que tiró por el túnel Zurquí.

También se verificó que, para borrar la tierra del cafetal que quedó en las ruedas del carro, ella llevó el Corolla a un taller, en San Ramón, donde le cambiaron las cuatro llantas. Después lo lavó.

Pacheco no declaró en el juicio y huyó antes de que entrara en la fase de conclusiones. Fue declarada “reo rebelde”.

Estuvo presa más de dos años y cuatro meses en Estados Unidos y llegó a nuestro país el 10 de setiembre anterior en un vuelo comercial.

Por medio del Ministerio de Justicia, dijo que no hablará a la prensa. Pero días antes de su arribo, declaró a Al Día: “Voy a contar lo que realmente pasó (con la muerte de Borrasé) y eso es lo que puedo adelantarle al pueblo de Costa Rica”.

El homicidio

Según la acusación leída en el juicio, José Andrés Borrasé y Laureano Montero se conocieron en 1993, cuando el primero compró una finca en Coronado que colindaba con la de Enrique Aguilar, papá de Laureano.

A raíz de esa compra y por problemas en los pagos, surgieron rencillas entre Laureano y Borrasé, las cuales culminaron con el homicidio de este último, quien murió de seis balazos en un cafetal de Finca Los Tinoco, La Unión.

El 18 de noviembre de 1997, Borrasé visitó a Laureano en su casa, en Sabanilla, para comprarle una propiedad y así poner fin a varios años de rencillas vecinales.

No acordaron nada y sobrevino una discusión en la que hubo un disparo y una pelea previa al crimen.

La acusación revela que con un chuzo eléctrico, Laureano redujo a Borrasé a la impotencia, lo dejó inconsciente y lo esposó. Como dos agentes que él había llevado a su casa con un ardid, por si ocupaba ayuda, se opusieron a involucrarse, una tercera persona, cuya identidad nunca se supo, ayudó a Laureano.

Antes de subirlo a un Toyota rojo de Magdalena, para llevarlo a la Finca Los Tinoco, Borrasé despertó, reventó las esposas y frente a la casa de Laureano forcejeó contra los dos hombres.

Un guarda de la vecindad observó los hechos y testificó en el juicio.

Alevosía y ensañamiento

Según la acusación del Ministerio Público, Laureano Montero le comentó a “su concubina y aquí coimputada María Magdalena Pacheco Bolaños, que el ofendido se iba a presentar a su casa de habitación al día siguiente y que debían aprovechar esa situación para darle muerte y así terminar con todos los problemas legales”.

En la sentencia, los jueces sostuvieron que contra Borrasé hubo alevosía y ensañamiento. El cuerpo presentó seis balazos.

La defensa de Magdalena analizará si hubo pruebas espúreas, así como errores en la forma de recabar los indicios.

Ellos mantienen contacto con la imputada y sus familiares.

Según Tatiana Vargas, vocera del Ministerio Público, a Pacheco se le juzgará por la misma causa que en 1998 se le acusó.

Víctima y homicida eran vecinos

Borrasé era fornido y sabía artes marciales. Por lo anterior, Laureano Montero, 19 años menor, siempre acudió a otros para poder dominarlo. Era hijo del dueño de La Prensa Libre, del mismo nombre.

En los Tribunales de Cartago fue la sentencia contra el excompañero de Magdalena. Montero dijo: “perdí mi casa, mi hogar y a la mujer que más he amado. La cárcel es suciedad, sexo, drogas y amenazas”.

“Pérdida de un hijo no se llena” , Andrés Borrasé S., Padre de víctima

¿Qué opina de la llegada de Magdalena Pacheco?

Yo estuve 13 años detrás de esta señora. Hasta contacté con Interpol. Dichosamente, al final de cuentas la trajeron y ahora pido que se someta a la justicia.

Sucede 11 años después...

Si se hubiera sometido cuando se hizo el juicio, ya hubiera salido de la cárcel. Ahora va a tener que pagar, tras dejar a su familia, a sus hijitos, y venir sola a pagar lo que debió hacer en su momento.

¿Llena esto un vacío?

La pérdida de un hijo, y sobre todo en esas circunstancias, no se llena nunca. Es una cosa que no puede digerirse, algo a lo que uno no se resigna. No hay más remedio que echársela a la espalda y seguir adelante, porque uno tiene otros hijos, otros asuntos.

¿Fue justa la sentencia contra Laureano Montero?

No me pareció justa, pero usted sabe como son las leyes en este país.Desde el principio sabíamos que por buen comportamiento y por trabajo en la cárcel, le iban descontando y de los 25 años, que de por sí eran pocos, estuvo la mitad. Él dijo que ya cumplió por su error.

El director de Adaptación Social, Reynaldo Villalobos, explicó que Magdalena Pacheco está en una celda individual del módulo A 2, en el ámbito de indiciados.

Ella recibe la atención médica para un cáncer que le controlaron recientemente.

Comparte módulo con 90 mujeres en El Buen Pastor y recibe alimentación del centro penal y comida que familiares le traen de afuera.

“De momento no hemos notado ninguna situación preocupante. Ella se ajusta. Se está incorporando al plan de atención técnica. Participa en las áreas de convivencia laboral en programas como pintura y artesanías”, dijo Villalobos.

Agregó que recibe la visita de su abogado, así como de otras personas, al igual que cualquier otra indiciada.

Lo que queda es que afronte el juicio y proceder según la situación jurídica que la sentencia dicte, expresó.