Lunes 17 de enero de 2011, San José, Costa Rica
Edgar Fonseca
efonseca@aldia.co.cr
Se le viene un año clave a la Presidenta Chinchilla.
El año de hacer obra, como le recordaban algunos feligreses aristas en medio de la pachanga que se tuvieron alcaldes electos y diputados, calentando los fuegos electorales del 2014.
La Presidenta apuesta todas sus fichas a la reforma fiscal que ha sido el talón de Aquiles de las anteriores administraciones.
Pero esa iniciativa, desafiante por la grave tendencia a un abultado déficit fiscal, el peor entre 20 naciones latinoamericanas, no la debería extraviar de promesas claves de su campaña.
La inseguridad sigue descontrolada.
La recuperación económica, tras la crisis del 2008, navega al vaivén de los socollones internacionales.
El desempleo, relativamente controlado, pareciera otro gran reto de la administración.
Y todo ello junto a la agresión de Ortega, feliz de ver a quintacolumnistas, pacifistas, dispuestos a la traición al sur del río San Juan.
El país está atento a los signos de la Presidenta en este inicio de año.
A que cumpla promesas de altísima repercusión en los ciudadanos.
A su itinerario de relación con la oposición y con el partido gobiernista, atrapado en una ciénaga de tempranas aspiraciones.
Y al refrescamiento del gabinete.
En Chile, al Presidente Piñera se le acabó la luna de miel con los mineros y la realidad, con cara de masivo malestar público, lo forzó a un meneón ministerial.
Cuestión de realidades, prioridades y de sobrevivencia política…
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