Erick Carvajal, enviado
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El sol del mediodía panameño cae con toda su fuerza en las inmediaciones del estadio Rommel Fernández.

¡Taxi, taxi! Grave error. Entrar en ese automóvil, fue como montarse en los brazos de un dementor.

Los dementores son personajes creados por la escritora J.R. Rowling en sus libros de Harry Potter. Tienen la capacidad de quitarle el alma a las personas.

En este caso no fue que el taxista me quería quitar el alma, no claro, sino que era una persona tan negativa, que toda la buena energía que tenía en ese momento se iba con cada reclamo que hacía el taxista.

Primero y de entrada, luego de decirle hacia dónde iba, me dijo que no había podido sacar una placa. No cumplía con un simple requisito, que incluso le dieron la oportunidad de arreglar para ir hoy, a poder hacer el trámite bien.

Luego de unos 10 minutos de oír toda la retajila, traté de calmarlo, para mi bien y el suyo.

Le dije que lo viera por el lado amable, que le dieron tiempo para arreglar las cosas, y que ya mañana (hoy) tendría su placa de taxi con todas las de la ley.

Pero la terapia duró poco. De inmediato empezó a hablar que Panamá era un país terrible, donde solo viven bien unos cuantos y que no se gana nada.

Luego que el fútbol no le gustaba, que aquí, en Panamá, este deporte es de las clases bajas, de los maleantes, que van al estadio a hacer pleitos (no he visto ninguno hasta el momento).

Me bajé de aquel taxi con la energía en el mínimo. Aléjese de los dementores, están en todo lado.