Edgar Fonseca
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La caída de uno de los “principales” dirigentes del futbol tico en manos de autoridades de Estados Unidos que lo involucran en una alegada operación de fraude financiero destapada en Nueva York, le mete, de paso, un bombazo a dirigentes y organizaciones futboleras locales.
A los misteriosos financiamientos que, de la noche a la mañana, aproximan y hallan alero en los equipos, a las desconocidas representaciones de jugadores, a las fichas de lujo que se manejan algunos y a sus ostentosos ritmos de vida.
El bombazo de las autoridades norteamericanas mete el dedo en la llaga de un secreto a voces sobre las dudosas condiciones de financiamiento a algunos equipos del alicaído futbol tico.
Debe ponerle la barba en remojo a todos los dirigentes, organizaciones futboleras y por supuesto a los jugadores que, con facilidad pasmosa, se asocian con desconocidos representantes por mera ambición.
¿Cuáles son los antecedentes de esos financistas? ¿Cuáles los orígenes de esos capitales?
No termina de llamar la atención en el entorno local, la repentina penetración de grupos “empresariales” o “económicos” de supuesto impulso a la actividad deportiva, al futbol en específico.
Grupos que al amparo de sus “capitales” se creen amos y señores de vidas y haciendas, favorecidos por quienes les acompañan en esas aventuras y no se percatan de los gravísimos riesgos de contaminar la actividad deportiva.
Este bombazo manda un mensaje de advertencia a quienes aquí andan en negocios parecidos y creen que el brazo de una justicia, como la estadounidense, no les alcanzará. Y le sirve a la Fiscalía tica para penetrar profundo en las ramificaciones locales de la podredumbre que las autoridades estadounidenses dejan al descubierto.
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