Roxana Zúñiga Quesada, periodista
ropazu@racsa.co.cr
“Maquinaria trabajando adelante…” Vi el rótulo sobre la carretera a Cóbano, Puntarenas, y me alegré.
Hacía un año había transitado por allí y aquello parecía un ataque de viruela en la Edad Media: solo huecos.
Era un tramo de unos cuantos kilómetros, pero, ante tanto hoyo, el carro terminó con dolor de llantas y de chasis.
Este 2011 pinta bien, pensé: están arreglando esa colección de cavidades. La maquinaria gruñía y jadeaba ante el ajetreo.
Un extraño elemento azuzó mi curiosidad (periodista, al fin…) ¿por qué había tanto polvazal?
Conforme recorrí algunos metros la respuesta saltó: ¡los huecos los rellenaban con tierra! Sí, una aplanadora pisaba este material de la Naturaleza y compactaba el hueco.
Primero me dio tristeza… esto es Costa Rica, reflexioné, un país donde nos cobran un 8 por ciento de impuestos por cada litro de los combustibles, precisamente, para darle mantenimiento a los caminos.
Después rememoré otras cargas económicas que también tenían el noble propósito de acondicionar las carreteras.
Luego me dio risa: era la mejor estampa que podía grabar un extranjero acerca de lo que es en carne y hueso el subdesarrollo, el tercer mundo, una república en vías de desarrollo y otras hierbas aromáticas y sociológicas.
Este “ inteligente” mantenimiento de las rutas durará hasta que lleguen las lluvias; luego, retornaremos a una granja de huecarones que se reproducirán bajo la mirada de soslayo de funcionarios que ganan suculentos salarios por tan novedosas ideas.
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