La Nación, Argentina (Extracto). El nuevo rey del Abierto de Australia, Novak Djokovic, entró en la era de la madurez a sus 23 años. La autoridad con que el serbio demolió en la final a Andy Murray por 6-4, 6-2 y 6-3 refiere a un tenista listo para romper cualquier límite.
Se erigió como candidato desde el debut en el torneo y abandonó el Melbourne Park diplomado de maestro.
El imitador, el carismático y el aventurero inició su travesía a los cuatro años.
Jelena Gencic, leyenda del tenis yugoslavo, no olvida cuando el pequeño Novak llegó al centro de entrenamiento de Kopaonik, que ella dirigía, con un bolso. En el interior había una raqueta, una toalla, una botella con agua, una banana, una camiseta, una muñequera y una gorra. Había armado el bolso él solo, como si anticipara las rutinas de su adultez.
“¿Qué querés ser cuando seas grande?”, le preguntó un día Jelena. “Número 1 del mundo”, le contestó Djokovic.
A los 8 años quedó bajo la tutela de Gencic, quien en su momento anunció públicamente el entusiasmo por su pupilo: “Novak es el talento más grande que hemos tenido después de Monica Seles”.
El futuro abrigaba una esperanza, pero la joven promesa debía ser acompañada a todos lados adonde competía. La familia Djokovic estaba lejos de ser rica y no contaba con los suficientes recursos. Sin embargo, hubo creatividad para que el desarrollo del joven no se interrumpiera.
La dramática situación política del país tampoco ayudaba. El primer desarraigo familiar le llegó a los 12; hubo lágrimas de despedida por el viaje de tres meses a Munich, donde lo esperaba la academia de Niki Pilic.
El ex tenista croata lo adoptó como un hijo, aunque Novak asimiló allí algo todavía más importante que los conceptos técnicos o tácticos: cultivó el sentido de la independencia, que le permitió pasar varios períodos fuera de casa sin que su mente se perturbara.
Jugó su primer año completo en el ATP Tour en el 2005, pero el de su explosión fue el 2007, cuando ganó cinco títulos (Adelaida, Miami, Estoril, Montreal y Viena), llegó hasta las semifinales en Roland Garros y Wimbledon y fue finalista del US Open. En el 2008, apenas siendo un veinteañero, alzó el trofeo en Australia.
Si hubiera que bautizar a este Djokovic maduro que arrasó en Australia, a esta verdadera amenaza para el dominio de Nadal y Federer, no habría que escarbar en muchas descripciones. Definitivamente ya le calza perfecto el papel de “El Tercer Hombre”.
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