Rodolfo Martín y Róger Amoretty, corresponsal GN
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Limón.- Auria Madrigal Morales, una de las tres mujeres asesinadas en Limón, en sus últimos 17 días vivió en una constante lucha por salir de la adicción a las drogas, en la cual cayó tras regresar a su ciudad natal adonde vendría a descansar tras 15 años de duro trabajo y sacrificios en Florida, Estados Unidos adonde había emigrado, se casó y tuvo una hija y un varón.
Así lo recordó ayer su hermano Wilberth, quien comunicó que su funeral fue el martes.
Auria deja dos hijos, fruto de su matrimonio con un estadounidense del cual era viuda y cuyo deceso influyó en su decisión de volver al país. Ambos hijos están casados. La hija le dio dos nietos, recordó ayer su tío Wilberth.
Ellos viven en la Florida y no pudieron venir al sepelio.
Auria llegó a Limón con la idea de incursionar en la agricultura, razón por la cual invirtió en una finca de plátanos en Estrada con una hermana. En total, son siete hermanos, cinco varones y dos mujeres.
En sus mejores tiempos fue una mujer inteligente, emprendedora y muy bella. No en vano se practicó al menos dos operaciones estéticas: de nariz y senos, confirmó su hermano Wilberth.
“Sin embargo, para desdicha de nosotros comenzó a ‘travesear’, cayó en el vicio y, aunque ella deseaba abandonar la adicción y luchaba por ello, al igual que nosotros, se le hizo imposible volver por el camino correcto”, añadió.
Mismo “modus operandi”
Auria apareció asesinada a la entrada del barrio Cieneguita, en las ruinas de lo que fue una exportadora de cacao.
Ahí mismo, seis días antes, había sido descubierto el cuerpo de otra mujer asesinada, el de la “Chinita”.
El hallazgo del tercero, una mujer conocida como la “Chola”, fue ocho días más tarde, a unos 600 metros en la playa de esa populosa barriada limonense.
Las tres mujeres eran indigentes, adictas a las drogas y con varios años de deambular por las calles limonenses. Las víctimas, de acuerdo con fuentes cercanas a las investigaciones, fueron asfixiadas y, al parecer, atacadas sexualmente para al final ser abandonadas.
Una adicta de apellido Sanabria, aseguró haber visto cuando la última de las víctimas, (que apareció en la playa), se alejó hacia ese sector detrás de un sujeto que iba adelante en bicicleta.
“Ella me dijo: cuídeme esto (el tubo para quemar el crack) ya casi vengo, voy a hacerme una extra”, recordó. La mujer le advirtió que no fuera porque podría convertirse en la nueva víctima.
Sanabria permaneció en el sitio. Algunos minutos después el sujeto salió rápidamente en su bicicleta de la playa hacia la carretera principal y desapareció.
La amiga no volvió, por lo que ella se fue. Al día siguiente, supo del hallazgo de su cuerpo en la misma zona hacia donde siguió al ciclista.
Una vecina, quien ayer habló a cambio de no ser identificada, corroboró esta versión al manifestar que ella había estado en su casa por espacio de dos horas antes antes de irse con el desconocido.
Jorge Rojas, director del OIJ, admitió cierta conexión entre los dos primeros casos, mas no así con el tercero.
Algunos entendidos advierten que el sospechoso podría moverse en ese mismo ambiente y, por lo tanto, conocer a las mujeres y la zona. Él, eventualmente, las contactaría a través de una invitación a fumar.
Es posible que la Policía ya conozca el alias del sujeto que podría corresponder a ese perfil.
En el 2004 el Organismo de Investigación Judicial de Limón atendió un caso similar.
Se trata del caso de una mujer adicta al crack, que apareció asfixiada, violada y abandonada cerca del estadio de béisbol Big Boy, situado prácticamente en la misma zona, a unos 600 metros de la antigua comercializadora de cacao. Ese caso, al parecer, no fue esclarecido.
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