Martes 8 de febrero de 2011, San José, Costa Rica
Internacionales | Violencia quedó atrás en la explanada Tahrir
Plaza de El Cairo se llena de carnaval
Con música y espectáculos, manifestantes piden la salida del presidente egipcio Hosni Mubarak
  • Ayer, un grupo de participantes se cortaban la barba en los alrededores de la Plaza Tahrir. AP.
    Ayer, un grupo de participantes se cortaban la barba en los alrededores de la Plaza Tahrir. AP.
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El Cairo / AP.- La plaza Tahrir, escenario de sangrientas batallas con piedras, bombas incendiarias, caballos y camellos la semana pasada, adquirió un ambiente de carnaval en los últimos días, con manifestantes que la consideran su base permanente y que gozan ya de puestos de comida y espectáculos en su campaña para lograr la expulsión del presidente Hosni Mubarak.

Dos filas de hombres saludan a los manifestantes en la entrada principal del sitio, aplaudiendo a medida que la gente entra, y cantando las canciones tradicionales de una procesión nupcial. ¡Somos cada vez más grandes!, gritaban. ¡Dios es grande!

Tahrir es la principal plaza de El Cairo y ayer los músicos paseaban, un hombre leía poesía a la multitud y vendedores mostraban su mercancía: papas fritas, té, comida caliente, calcetines, etc.

Ashraf Gaber, un comerciante de fruta, pedía a la gente que se expresara en pocas palabras y después escribía sus pensamientos en trozos de papel que acumulaba a su lado. Grupos de voluntarios los añadían a un ‘collage’ que se sostenía con piedras.

¡Tenemos que hacer a la gente feliz!, gritó Gaber. ¡Expresen lo que tienen en el corazón!

Los papeles contenían mensajes como: ¡Un Ministerio del Interior de ladrones!

Cerca, grupos de hombres y mujeres jóvenes cantaban al ritmo de un laúd arábico que tocaba Fadi Mikhail, de 29 años. ¡No nos callaremos! ¡Alcen su voz!, gritó en el escenario, con una voz amplificada por cuatro altavoces. La multitud repitió el lema.

Un grupo de manifestantes escribía en el suelo lemas con piedras, que hace días fueron usadas contra los partidarios.

Entre los que vendían tazas de té, zumos y tres pares de calcetines por dos dólares, hombres y mujeres jóvenes se sentaban en círculo para hablar de los acontecimientos del día.

“Estamos aprendiendo la cultura del desacuerdo respetuoso”, dijo Nashat Cross, un traductor de 28 años. “El nivel de una discusión de cultura es algo que realmente admiro”.

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