Edgar Fonseca
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En medio de la violencia que azota a Limón, es digno de reconocer el milagro deportivo que se gesta a la sombra de su equipo de fútbol de primera división.
Todo un contraste de apuesta con la de sindicalistas obtusos empeñados en condenar al puerto al estancamiento eterno, sin apertura ni modernización.
Domingo a domingo, el mítico estadio Juan Gobán se ve repleto de gente que toma una bocanada de aire fresco, en medio del tráfago de acciones delincuenciales.
Es la otra cara de una tierra semillero de excelentes atletas y que pareciera estar a las puertas de disfrutar de una generación de oro.
Todo ello se da mientras la violencia no cede. Las bandas criminales se reparten Limón mientras el Estado apenas reacciona.
Hasta “piratas” de nuevo cuño ya acechan a embarcaciones comerciales en las aguas aledañas y cunde el temor de que, en algún momento, den un golpe devastador contra la industria turística.
La Fiscalía General y el Ministerio de Seguridad, con el agua al cuello, intentan poner orden. Ojalá que ese esfuerzo no sea flor de un día. Antes de que Limón se nos convierta en una “provincia fallida”, demanda una política permanente contra el crimen.
Lamentablemente, en un flanco clave de su desarrollo, hay quienes, como las cuadrillas sindicalistas, otros “piratas”, si están claros de sus “tomas” territoriales, impiden la apertura y modernización.
Así la visión y emprendimiento que muestran hoy dirigentes deportivos, en el entendido de que se trata de inversiones y fondos sanos los que se mueven en esa iniciativa, contrastan con la ciega actitud de estos otros dirigentes cuyo propósito es claro: estancar al puerto en la competitividad que hoy nos reta a chorros desde nuestros vecinos inmediatos.
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