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Martes 19 de julio de 2011, San José, Costa Rica
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Opinión

No más vacilón


Julio Rodríguez, periodista@aldia.co.cr

Tal como expresé en otra columna, un proceso de un seleccionado supone continuidad del director técnico si este, como en el caso de Ricardo La Volpe, reúne atestados técnicos, éticos y de experiencia convincentes. Asimismo, exige continuidad de los dirigentes del futbol nacional vinculados, por su jerarquía, con la selección y el entrenador.

En este sentido cabe mejorar la calidad de los dirigentes actuales, pero sería un error prescindir de Eduardo Li para sustituirlo por el presidente del Pérez Zeledón, respetable empresario, pero sin experiencia en estas lides, lo que significaría tronchar el proceso de ocho meses iniciado por La Volpe. ¿Por qué? No hay razón alguna, excepto el consabido estilo tico del amiguismo y de bajarle el piso a quien trabaja con seriedad, o bien, como expresaron ciertos “expertos” o exfutbolistas, por “falta de resultados”, prueba inequívoca de su superficialidad sobre el sentido de un proceso. ¿No ha sido este vacilón la causa de nuestros males?

La experiencia en la Copa de Oro y en la Copa América ha sido valiosa, como lo es la labor de un equipo científico que, en su arduo camino de prueba y error hacia el objetivo propuesto, desecha hipótesis y replantea otras. Solo los bombetas y los mediocres anuncian triunfos sin sacrificio. Los imbuidos en la (in)cultura del “soplar y hacer botellas” o del “hágase rico de la noche al día” renuncian a la perseverancia de un proceso porque temen enfrentarse al más duro y fecundo episodio: hacerles frente a las derrotas y a las críticas (argumentadas), sin las cuales, explotadas, no se avanza jamás. El secreto está en la correcta selección de un director técnico (capacidad, carácter, integridad moral, liderazgo, experiencia) y en la capacidad y visión de los dirigentes. Luego, viene el trabajo perseverante y el pensamiento crítico, diferente de la envidia, el amiguismo y la mediocridad, los insumos ideales para estorbar y fracasar.