Cartago.- Arrodillado frente a la pileta de agua bendita de la Basílica de Los Ángeles, el volante Diego Calvo, juntó sus manos, tomó agua y la pasó sobre sus piernas. “Es que quiero que la virgencita me proteja en el Mundial”, dijo, mientras el resto de sus compañeros de selección compraban artículos religiosos en un quiosco cercano al templo.
Hubo quienes sólo bebieron un sorbo, otros pasaron el líquido por sus brazos y cuerpo; a los seleccionados los unió la devoción por La Negrita.
Metas elevadas
El ritual citado corresponde a la visita que realizó ayer la Selección Sub 20 a la Basílica como antesala al viaje que llevará a cabo esta mañana hacia Colombia, sede del Mundial de la categoría.
“Nos estamos echando agüita en la piernas y encomendando a Dios para que nos vaya bien. Es una bendición final”, añadió Calvo, uno de los 21 hombres que representarán al país.
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