Deportes
Lunes 25 de julio de 2011, San José, Costa Rica
Pasión por el deporte

Johel y Brandon Muñoz

Futbolín familiar

Felipe Arrieta S.

felipe.arrieta@aldia.co.cr

La Sabana.- El futbolín, más que un pasatiempo, ha sido el motivo perfecto para estrechar los lazos en la familia Muñoz.

Los hermanos Johel y Brandon Muñoz heredaron el talento con los muñecos y las varillas de su papá Jaconi.

“Siempre he jugado, desde pequeño”, confesó Brandon Muñoz, que con apenas 15 años lo perfilan como uno de los mejores jugadores ticos de fútbol mesa.

Johel, su hermano mayor, a los 20 años ya cuenta con una vitrina envidiable, en la que muestra el título mundial en la categoría de 18 años y menores, el cual consiguió en Las Vegas en el 2007.

“En la casa no puede faltar un futbolín para entrenar y jugar entre nosotros, las peleas se resuelven jugando”, contó entre risas Johel.

Con sangre de campeones

Kevin Romero empezó a jugar futbolín cuando ni siquiera llegaba su mirada a la cancha, y como no hacerlo, si su papá es todo un ícono del fútbol mesa en Costa Rica, Carlos “Saca” Céspedes.

“Él es mi entrenador, practicamos mucho, me enseña diferentes jugadas y estrategias”, contó Kevin de 15 años y quien ya es el número dos a nivel nacional.

Kevin y Brandon son grandes amigos y se preparan para participar en el próximo mundial, el cual se realizará en enero del 2012 en Nantes, Francia.

“Ese es nuestro sueño, clasificarnos a Nantes en la categoría de dobles - júnior”, confesaron ambos con ilusión en sus rostros.

“Saca” Céspedes orgulloso saca pecho al hablar de la nueva generación de futbolineros ticos.

“Todos estos jóvenes tan buenos que ve ahora aprendieron a jugar conmigo, se iban a quedar a dormir a mi casa y nos quedábamos hasta la madrugada entrenando jugadas”, aseguró el primer campeón mundial costarricense en fútbol mesa.

Otra familia que no se queda atrás son los Amador Calderón.

Tanto Leonardo como su esposa Hilda juegan de manera profesional y su hijo Andrés hace sus primeras armas y ya ganó el tercer lugar nacional en la categoría júnior.

“Empecé a jugar por mi esposo, él se iba y yo quería saber en que gastaba tanto tiempo y ahora hasta a veces le ganó”, recordó con humor Hilda, quien tiene ya más de cuatro años de jugar fútbol mesa.