Una semana después de haber partido deshecho por la muerte de su padre, Bryan Oviedo regresa esta tarde a la Selección, con la fuerza que le da quien más disfrutaba verlo jugar.
“Él, desde donde está, me va a apoyar, ahora mucho más, porque el sueño de mi padre era que yo siguiera adelante”, expresa Bryan, sacando fuerzas.
El golpe, inesperado, fue “demasiado duro”, “lo peor” que le ha pasado, según sus palabras, más fuertes aún sin su esposa, quien está en Dinamarca. No había consuelo que valiera cuando en Charlotte le dieron la noticia justo la semana anterior.
“Mis compañeros me apoyaron muchísimo. Estuvieron conmigo la noche en que me dieron la noticia, pero yo solo quería volver a Costa Rica”.
Había perdido al hombre que le inculcó el fútbol. “Lo que más le gustaba era verme jugar”. Había perdido al amigo con quien conversaba entusiasmado, en los últimos tiempos solo por teléfono desde Dinamarca, donde Bryan juega desde hace año y medio. “Me dijo que tenía muchas ganas de ver a mi hijo, que en diciembre iba a ir a Dinamarca”. Fue esa la última conversación, aún grabada en su memoria, antes del juego ante Cuba, el único jugado por Oviedo en la presente Copa Oro.
Titular de La Volpe, socio de Celso en el medio del campo, Bryan espera poder concentrarse, meterse de lleno de nuevo, estar a las órdenes del técnico y arrancar una sonrisa a su padre. “Lo amaba. Lo amo”.
Que en Honduras digan lo que sea
“El que no entiende mi idea se va”
La Liga los hace, Heredia los junta
