Carlos Freer, cineasta
cfreervalle@gmail.com
Muchos sabrán que hace como una semana, un motociclista murió en la autopista Florencio del Castillo, al parecer porque fue literalmente “chupado” por las ruedas de un furgón.
El accidente fue sumamente doloroso, aunque la verdad sea dicha, no fue aparatoso. Y sin embargo, el atascadero que se formó se fue extendiendo desde la “Cuesta del Fierro” hasta la ciudad de Cartago, y no se hasta dónde en sentido contrario.
Miles de personas quedaron atrapadas durante dos horas y media casi sin poderse mover ni para allá ni para acá. La principal razón fue la imposibilidad de la jueza en llegar a levantar el cuerpo del infortunado joven, porque ¿por dónde pasaba?
Pensemos, primero que todo, lo triste para la familia del accidentado saber que su muchacho estaba ahí tirado, inerte, durante tanto tiempo. ¿Se imaginan ustedes cuánto se acrecienta el dolor?
En segundo lugar, pensemos en las personas que iban para las oficinas, fábricas, instituciones, hospitales y demás destinos, sin poder llegar a ellos. ¿Cuánto se perdió en horas trabajo, recursos, combustible, embragues, frenos y demás?
Creo que una solución, para estos penosos casos, sería que jueces y alcaldes, así como paramédicos y cruzrojistas, contaran al menos con un helicóptero que los hiciera llegar más pronto a los lugares de la tragedia.
Esta solución no estaría pegada al cielo, en comparación con el dolor y las pérdidas de toda índole que se presentan. Y evitamos semejante pandemonio.
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