Mauricio Astorga
Esta semana la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya se pronunció sobre el conflicto que ha dividido a ticos y nicaragüenses durante los últimos meses.
Ordenó a Nicaragua sacar sus tropas de isla Calero y concedió a Costa Rica la custodia ambiental del lugar, mientras resuelve el juicio entre ambos países por la soberanía de ese territorio.
El fallo fue, sin duda, un triunfo para la vocación pacifista de nuestro país, y una bofetada para el espurio presidente Ortega.
Una vez más Costa Rica sin matonerías, ni discursos irresponsables, impuso la tesis de que los conflictos se resuelven por la vía del diálogo y del derecho.
El asunto no termina aquí, todavía falta camino por recorrer para lograr una normalización en nuestra frontera. Pero las medidas cautelares que impuso la Corte nos llenan de optimismo ante lo que se avecina.
Lo importante es que en este conflicto los ticos siempre hemos tenido claro que no es un pleito con el pueblo nicaragüense. Todo fue provocado por un dictadorcillo de cuarta categoría como Ortega, enmancuernado con un pobre hombre -que no es lo mismo que hombre pobre, porque la pobreza no está peleada con la honradez, ni con el sentido común- como Pastora.
Merece una especial felicitación nuestra presidenta Laura Chinchilla, quien nunca cedió a las bravuconadas del gobierno vecino y asumió este caso con toda seriedad, moderación, prudencia y, sobre todo, mucha valentía.
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