Karina Picado

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Después de una década de casados, nos vamos a divorciar porque los dos nos dedicamos a trabajar y yo no me sentía amado ni atendido por ella. Pero a veces pienso si será lo correcto.

A veces los matrimonios caen en una rutina e inclusive se “distraen” con otras personas que les dan estímulos afectivos, como miradas o conversaciones emocionales intensas. Llegan a la casa y no encuentran lo que buscan en pasión y sobre todo, amor. Entonces empiezan en una especie de guerra psicológica de indiferencia o resentimiento. Generalmente dentro de la pareja todavía existe amor, si es que no existe una razón más de peso para resentir. Lo que se necesita es que ambos sean humildes, acepten su propia responsabilidad e inicien una terapia de pareja para capacitarse sobre cómo volver a enamorarse, excitarse y emprender nuevas metas de vida, atractivas para ambos. Pueden luchar para rescatar su amor y ser felices.

Pleitos

Mis dos hijos (niña de 8 y niño de 10) me quieren sacar de quicio con sus pleitos, llego a la casa y no hay forma de controlarlos. Realmente es muy agotador para mi y para mi esposo.

Lo primero es hacer un buen equipo con su marido para que la autoridad esté delegada en partes iguales y no se vayan a contradecir a la hora de poner límites. Luego, sus hijos podrían estar compitiendo por la atención y el afecto de sus padres que trabajan, para ello, deleguen cada noche media hora exclusiva con cada uno, donde se les escuche, se les supervise las tareas designadas y se atiendan sus necesidades. Luego, otra hora para amarse en familia, divertirse, orar y relajarse. Eso los va a unir.

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