Periodista
Pasado el campeonato de bola (como lo llama un buen amigo), los radares deportivos enrumban hacia la Copa de Oro y la Copa América.
Con una tibia expectación, el seleccionado nacional enfrentará a una selección joven de Nigeria. Dicen que ya hay 18 mil entradas vendidas y se espera una asistencia mayor.
El representativo nacional siempre despierta interés, ganas de observar sus avances y el crecimiento de los jugadores y los sistemas tácticos.
La escuelita que montó el técnico Ricardo La Volpe es una idea interesante. Ver a los jóvenes futbolistas atentos y concentrados da la impresión de que las cosas son serias.
Y ese es uno de los males. Muchos de los muchachos carecen de educación, ya que las ansias de ser futbolista le ganan a la formación. Así un buen grupo abandona los estudios y se dedica a una profesión que provee carro de lujo, relojes y ropa de moda, admiración y fama de farándula.
Por eso, si usted observa cómo se divierten los deportistas en sus concentraciones siempre los verá con audífonos y equipos de música, nunca con un libro. La lectura de un clásico o una buena novela latinoamericana o costarricense es una “rara avis”.
Eso les restringe el arte de la imaginación que se adquiere con la lectura, lo mismo que la concentración y el derribamiento de las fronteras mentales.
Nuestro futbolista (dicho con todo respeto) necesita más cultura general y conocimientos que le muestren que el mundo es más que una bola con gajos de cuero. Conocer y amar la obra de Gabriel García Márquez, Mario Llosa y otros grandes del continente. Adentrarse en la historia de Costa Rica y las maravillosas ideas de José María Castro Madriz acerca de la libertad, del Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, de José Figueres Ferrer, de Carmen Lyra, Emma Gamboa y tantos otros.
Más lectura menos Hip Hop. Más libros y menos iPods.
“Cuando perdía no compraba el periódico”
“En el fútbol se agradece muy poco”
A Nigeria le gusta ir al frente
