Deportes
Martes 1 de noviembre de 2011, Costa Rica
Pasión por el deporte

Lo de siempre…

Julio Rodríguez B.

redaccion@aldia.co.cr

Las derrotas y malas presentaciones de nuestro futbol a nivel internacional dan pie para sacar algunas conclusiones que, por cierto, llevan años de formularse, con la periodicidad de los aguaceros de octubre y noviembre.

El común denominador de estos traspiés se llama desconocimiento y, por lo tanto, inaplicación de los elementos principios básicos del futbol, comunes en el campeonato, con lluvia o sin lluvia, y expuestos a todo color en las justas internacionales.

¿Causas? Señalo dos principales: ausencia de aprendizaje en las aulas del futbol (divisiones menores) esto es, en la formación de los niños y adolescentes. Nuestro futbol, entonces, carece de bases. El edificio, en estas condiciones, se levanta enclenque y expuesto a todos los riesgos posibles. En segundo lugar, despreocupación en las divisiones mayores, profesional o no, para enderezar los árboles torcidos, lo que solo se logra con trabajo intenso en los entrenamientos. Se ha dicho hasta la saciedad: escasa movilidad de los jugadores, que no es lo mismo que velocidad, de donde surge un juego lento, sin imaginación y sin coordinación, elemento esencial del futbol; pases imprecisos, “centros” sin idea y sin sentido, tiros a marco a la buena de Dios, a lo que salga. No hay equipos galácticos: hay equipos que saben aplicar a plenitud los principios básicos y que, saben innovar y vencer la rutina, lo que, solo se logra mediante un trabajo intenso.

¿Una prueba? El llamado clásico del buen futbol entre el Herediano y el Saprissa. El primer tiempo consistió en una refriega sin ton ni son en media cancha en la que no se plasmaron tres o cuatro pases, abundante en faltas, por cuanto el interés de un equipo era construir una línea Maginot, una dimensión de la táctica, pero no del buen futbol. ¿Consecuencia? Cuando nos enfrentamos con equipos profesionales, nos derrotan nuestras deficiencias.