Deportes
Martes 4 de octubre de 2011, Costa Rica
Pasión por el deporte

Prevenir y sancionar

Julio Rodríguez B.

redaccion@aldia.co.cr

La violencia hizo su aparición tras el partido entre el Deportivo Saprissa y el Limón F.C. Una historia de nunca acabar, precedente (no causa) de la inseguridad que reina en el país. Las informaciones sobre estos hechos describen la responsabilidad de la Fuerza Pública que, de antemano, planificó su labor para hacerle frente a la Ultra morada y a los aficionados de Limón. Este aspecto llama la atención.

Estos operativos previsores se llevan a cabo en los estadios, como si la Policía se aprestara a recibir a un grupo de maleantes, lo cual indica la degradación de los partidos de fútbol y la incoherencia o falsedad de las campañas sobre el juego limpio que ha de abarcar también a las barras.

Pese a los preparativos pacificadores, bastó una piedra contra el bus del equipo saprissista para que imperara la violencia. En pocos minutos, la violencia degeneró en delincuencia: intercambio de “pedradas” entre las barras y robo de banderas y de balones. La sangre no llegó al río en esta oportunidad, pero, en otros partidos, en otros estadios, ha llegado la sangre y también la muerte. Pero, no aprendemos. Quizá este nuevo comentario sea tan ineficaz como muchos otros, en un país donde el irrespeto ha calado hondo en las instituciones educativas, en los hogares y en las vías públicas. Sin embargo, no cabe la indiferencia. Si no se actúa en cada escenario de violencia deportiva, dentro o fuera de los estadios, vamos a recoger frutos podridos y, poco a poco, los aficionados se abstendrán de participar.

¿Solución? La investigación y la sanción, pero no ‘a la tica’, esto es, en forma blandengue, como estímulo para que los hechos se repitan y los delincuentes invadan los estadios, sino con rigor ejemplar para que dirigentes, jugadores y aficionados aprendan la lección. Vale más prevenir que curar y sancionar sin miedo que alcahuetear. Por no haber aplicado estos principios a tiempo, estamos como estamos, tomados por delincuentes y pachucos.