Nacionales
Domingo 1 de abril de 2012, Costa Rica

Cosas de la vida

Un ensayo muy particular

Ana Coralia Fernández Arias, periosita

ana.fernandez@aldia.co.cr

Una sed como la que sufrió Jesús camino al Gólgota. Los pies hinchados, la garganta seca. Terrible calor.

Así recuerdo las Semanas Santas de mi niñez.

Nada que ver con los presones que palpé en estos días previos a la Semana Mayor, de miles y miles de paisanos saliendo de la capital y de todas partes a unos merecidos días de descanso y que desgraciadamente para algunos, serán de Descanso Eterno.

La ciudad poco a poco cambia de tono.

Los comercios quitaron los maniquíes con los uniformes y les zamparon los bikinis y las bermudas con sendos rótulos de ofertas con pescados y flotadores.

Quedarse en San José tiene lo suyo: anaqueles repletos de sardinas y conservas que se comen una vez al año, como una señal antigua de cuando todo quedaba cerrado por respeto y había que jugársela entre un abrir y cerrar de latas.

Y también está lo insólito. Me tope con un ensayo de la procesión de ‘El Encuentro’ en el centro de la ciudad y ¡Oh sorpresa!

Los once apóstoles en dos hileras de seis y cinco con sus báculos, pero con camiseta de la Liga, gorras Nike y tenis Adidas y hasta con audífonos. Las mujeres bíblicas en jeans, camiseta y unos paños a modo de las santas palabras que no llevaban texto alguno, porque era solo un ensayo.

Entonces pensé: “¿De qué me asombro? Si Nuestro Señor viniera en estos tiempos, tampoco se notaría. Quizás por ahí anda vestido de tráfico o de indigente, de mesera, vendiendo estuches para celular o haciendo maromas en una rotonda. ¿Quién puede saberlo? La verdad creo que Dios está adonde lo dejen entrar”.