Domingo 1 de abril de 2012, Costa Rica

Arte sagrado

De paseo en Semana Mayor

Neyssa Calvo Achoy

ncalvo@aldia.co.cr

Decenas se acercarán en los próximos días a las iglesias de sus comunidades y a lo mejor sin saberlo seguirán en las procesiones piezas de arte de un valor incalculable.

En los centros religiosos hay esculturas de santos, vírgenes y crucifijos que son verdadero arte sacro cargado de historia y de leyenda.

La Catedral de Alajuela custodia la imagen de Jesús Nazareno, que data del año 1875 y es hecho a mano por el escultor guatemalteco Santiago Ganussa.

Según Arturo Herrera quien fue cuidador y restaurador de esta imagen por 35 años, es tan cotizada que incluso otros templos le han hecho copias.

En Orotina también atesoran el Santo Sepulcro, pues según Liliam Salazar de la parroquia de Santo Domingo de Guzmán de Orotina, la imagen tiene más de 100 años y cuando se trajo al pueblo era originalmente de mármol.

“Para llevarla de manera más fácil en las procesiones se cambió su estructura, hace 30 años”, dijo Salazar.

Aseguró que también la imagen de Santo Domingo es una de las obras más valiosas.

A la vista de todos

Algunas de estas figuras están expuestas a los feligreses. En la Diócesis Sagrado Corazón de Jesús en Limón, se conservan reliquias que datan de 1934 cuando llegaron los Padres Vicentinos.

“Todas las imágenes que utilizamos en Semana Santa fueron traídas desde Alemania a excepción del Santo Sepulcro que es de Italia. La más querida por los limonenses es el Nazareno”, comentó el sacristán Rodolfo Jones.

En el templo parroquial de San Ramón, en Alajuela también Jesús de Nazareth es una pieza de las más visitadas en la Semana Mayor. Según Edgar Rodríguez dicha imagen fue esculpida cerca del año 1880, por “Lico” Ramírez y en al principio era solo de medio cuerpo.

Según el mismo Ramírez, por ser tan antigua su valor en la actualidad es incalculable.

La lista continúa, pues también las piezas religiosas de La Dolorosa y San Juan son exhibidas como tesoros en la Iglesia Católica de San Buenaventura en Turrialba.

Y es que a lo mejor, lo más valioso de estas obras de arte es cómo han sobrevivido al paso de los años y bajo el amparo de los feligreses que también van heredando su cuido de generaciones en generación.