Es conocido como el “Santo de la Escoba” como símbolo de su humildad y dedicación a los pobres.
San Martín de Porres es el primer santo negro de América y considerado el patrón universal de la paz. De ahí que muchos lo traigan a su mente y lo invoquen en busca de un milagro durante la Semana Santa.
Son contables los hechos extraordinarios en la vida de Fray Martín como las curaciones y los milagros que se le atribuyen. Se dice que fueron muchas las veces en que aparecía misteriosamente en las celdas de los enfermos para auxiliarlos justo en el momento en que lo necesitaban, según el portal www.telefonica.net.
Y es que la personalidad carismática de Martín, hizo que fuera buscado por personas de todos los estratos sociales, gente sencilla, ricos y pobres. Su entera disposición y su ayuda incondicional al prójimo propició que fuera visto como un hombre milagroso, destaca Wikipedia.
A los 60 años cayó enfermo, afectado de tifus y el 3 de noviembre de 1963 falleció en Perú mientras religiosos a su alrededor entonaban en voz alta a su pedido, el Credo.
En la actualidad, sus restos permanecen en la Basílica y Convento de Santo Domingo de Lima junto a los restos de Santa Rosa de Lima y San Juan Masís en el denominado “Altar de los Santos Peruanos”.
San Martín se encuentra enterrado justo en la misma enfermería donde trabajó toda su vida, confirma el sitio peruinformacionturistica.blogspot.com.
Quienes visitan el sitio encuentran una urna donde se conservan los maderos que componían su cama dando especial recogimiento al lugar. Asimismo, en las paredes se pueden observar cuadros que representan a los milagros del santo.
Y en la parte posterior de la Capilla se ubica su dormitorio y se destaca en el “tour” el sitio el oratorio donde frecuentemente oraba, según cuenta la historia.
Hoy, se observan gran cantidad recuerdos que le traen sus fieles devotos a los que él ha ayudado y que sin duda aumentarán en los próximos días en los actos religiosos de la Semana Mayor.
En lo alto una cruz de madera con la cual se recuerda que en este mismo lugar San Martín se alejaba de las tentaciones que lo acechaban.
