Editor
Bateadores, astrólogos y matemáticos estamos organizando una gran venta de garaje: cartas del tarot, estadísticas del campeonato, tablas de multiplicar, ábacos, manuales para leer las manos, relojes solares… todo a muy buen precio.
Esté atento: se sorprenderá con las ofertas.
Unos y otros no dimos muy buenos augurios a una Liga que parecía destinada a la eliminación. No había proyección ni método que le hiciera el favorcito: no ganaba, no jugaba bien y parecía haberse adelantado a Semana Santa con las Siete Plagas encima. Hasta el mismo Nostradamus habría fallado si hubiese vivido en nuestros tiempos.
Similares desaciertos van y vienen en el pronóstico que varios periodistas hacemos en Al Día antes de cada jornada disputada.
Un día parecemos capaces de pronosticar el Gordo Navideño y al siguiente podríamos fallar hasta qué día es mañana. Yo lo disfruto.
Sí, suerte. Es casi un juego. Pronosticar marcadores requiere más o menos -a criterio de este mortal- un 30% de conocimiento, un 30% de intuición y quizás un 40% de suerte. Es casi un azar. Los matemáticos, en tanto, eliminan la intuición y hacen proyecciones basadas en el rendimiento de cada equipo. Fríos y objetivos números.
Pero no hay método ni conocimiento que alcance para predecir que Froylán Ledezma volverá de su lesión en un clásico para dar la estocada.
“¡¿Dónde están los que pronosticaban que la Liga estaba eliminada?! ¡¿Dónde están los matemáticos que consultó Al Día?! –sacan hoy en cara los aficionados-.
Yo sonrío, doy gracias al fútbol por ser tan impredecible y pongo en venta mi bola de cristal.
Oferta por tiempo limitado.
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