Cerca del Amazonas

Milton Montenegro

redactor@aldia.co.cr

Si en algo le pueden hacer mala cara aquí en Guyana, es ingresar a una casa y no quitarse los zapatos.

Dentro de las viviendas se camina descalzo o en medias, los zapatos se quedan fuera, es la costumbre de los guyaneses, quienes de esta forma evitan que se ensucie el piso.

Y es que según me comentó Lindley Langhorne, ciudadano guyanés, desde hace muchos años optaron por esta práctica para que la arena, la tierra y el polvo no ensucie los aposentos, máxime que en la mayoría de las casas los pisos tienen alfombras.

Claro, tampoco son tan radicales y no van a permitir que alguien camine con sus zapatos, entienden, o al menos eso me dijo Lindley, que otras culturas son diferentes a las de ellos.

Si esto llama la atención en las viviendas, en las calles es inevitable no mirar a los caballos o burros halando pesadas carretas.

Los dueños de estos animales los emplean para transportar carga pesada, por ejemplo, si alguien necesita trasladar materiales de construcción u otros artículos, recurren a este singular medio de transporte, que son más baratos que alquilar un camión.

Años atrás la gente empleaba los horse cart, o donkey cart, (carros de caballo o de burro) como los denominan como servicio de taxi y las personas viajaban en ellos, pero eso es cosa del pasado; ahora quienes poseen automóviles, tienen unos chuzos de carros, porque en Guyana adquirir un vehículo es mucho más barato que en Costa Rica.

Y quienes no tienen carro, la pulsean como decimos en tierra tica, vendiendo comida. Aquí es el mejor negocio me comentó Lindley, por eso no es de extrañar ver en la calle a la gente con palanganas repletas de comida, repostería y postres ofreciéndolos a los transeúntes.

Ellos no tienen problemas con las ventas ambulantes, cualquiera se tira a pista, levantan el limpión y listo, comida hecha en casa para todos los gustos, pero como dijo Lindley, no es recomendable comprar este tipo de alimentos. Yo la verdad, no corrí el riesgo.