No anotó, tampoco realizó un remate a marco, pero sí se puso el traje de mago para guiar ayer a Italia a la final de la Eurocopa 2012, e imponerse en el duelo de media cancha opacando por completo al alemán Mesut Özil.
Pues sí, a Andrea Pirlo solo le faltó sacar la varita, porque demostró ser un virtuoso con el balón en los pies. Se la escondió a los teutones que únicamente en una oportunidad se la pudieron arrebatar.
El volante de la Juventus fue un derroche de talento, dictó el ritmo de juego, el hombre pensante que creó ocasiones de donde no las hay con sus servicios punzantes (cinco en total).
Lo bajaron con falta tres veces, recuperó cuatro pelotas y puso tan solo dos pases malos en 90 minutos (recorrió además 11,9 kilómetros). También evitó una anotación a penas al minuto 4 casi en la línea de meta tras una mala salida de Bufón. Por algo fue elegido el mejor jugador del partido.
Todo lo opuesto fue el volante del Real Madrid Özil, quien a pesar de marcar un tanto de penal, realizar dos remates a marco y uno desviado, no carburó como la selección de Alemania y él hubiesen deseado.
Fue muy errático en sus pases al fallar seis; igual número de balones le robaron y nada más recuperó dos. Quedó en deuda.
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