Opinión

RoxanaZúñiga Quesada

Periodista

La final de fútbol llegó a la puerta del último túnel. Y solo uno verá la luminosidad del triunfo.

Los días previos al crucial encuentro, se revistieron de muchas particularidades.

Casi que solo en nuestro país suceden estas cosas dignas del libro de lo increíble.

Este jueves, por ejemplo, los jugadores florenses hicieron un conato de huelga en demanda de que les paguen el salario.

Incluso amenazaron con no jugar la final si persisten los problemas.

Estos muchachos tienen en los problemas administrativos y financieros a su peor rival. Todo el torneo afrontaron los desaguisados, ocurrencias y tonterías de un sistema de decisiones sin brújula. El resultado ha sido incertidumbre a toda hora.

¿Cómo entrenar en paz y concentrados si el carnicero espera por su dinero, el casero amenaza con sacar los chunches a la acera o no hay efectivo ni para comerse un taco?

He sido muy crítica del temple de este equipo y de cómo se derrumbaba mentalmente ante la adversidad, pero reconozco que con Odir, este grupo suda el uniforme y llega a la final contra las bolas de cristal de toda Costa Rica.

¿El esfuerzo que han demostrado no era para que el dueño hiciera un esfuerzo, quebrara los chanchos, huchas y alcancías y rejuntara dinero para que, al menos, este mes no sufrieran penurias en la billetera?

Tras 19 años de espera, ¿no era lógico que los jugadores se preocuparan solo por la táctica y estrategia del sábado y no por cómo pagar la luz y comprar desayuno para la familia?

En esta administración del Herediano únicamente se hace bien lo malo. Ojalá llegue el campeonato y con él la cordura de los heredianos de cepa para ver cómo vuelve la sensatez, el señorío y el buen tino.