GOLFO DE NICOYA

La sirena de Venado

Regina Matarrita, de 74 años, se dedica a la pesca desde 1946

Isla Venado, Golfo de Nicoya. - "Si volviera a nacer, sería maravilloso que sea aquí. Sentir a los peces morder el anzuelo es único; puedo decir si es un pargo, róbalo, mero o corvina"...

Quien lo dice es una mujer de mar. Se llama Regina Matarrita, tiene 74 años y todos los días sube al "Sinaí", su bote desde hace 20 años, remendado con parches de tabla, para sacar del agua, sin más herramientas que las manos, el anzuelo y la plomada, los peces del golfo.

"El que más me gusta es el róbalo, porque pelea hasta el final, pero teniendo camarón de carnada se saca".

En la aventura diaria la acompaña Ramona, su hermana de 67 años; entre las dos cuidan celosamente a su "adoración", doña Manuela, la mamá, que tiene 94.

Aunque siempre han vivido cerca del océano, ninguna sabe nadar. "Somos peces muertos", dice doña Regina para referirse a lo que pasaría si caen del bote.

Sin embargo, ya una vez estuvo frente a un gran peligro y ahí está, vivita.

A punto de morir

Iba para Lepanto con una hermana menor que cargaba un bebé y llevaba una niña de nueve años. En un momento de mala suerte, su hermana se movió hacia el mismo lado donde ella estaba y el bote dio vuelta.

"No sé cómo, pero la niña me agarró de una pierna hasta que se sostuvo duro de mi cintura mientras yo me sostenía con medio cuerpo recostado a la panza del bote y la corriente nos orilló. Mi hermana, con el bebé, salió del agua y se agarró de un mangle. Fue un milagro".

Todo era diferente

Doña Regina nació en la isla Chira, pero a los 10 años se fue para Venado cuando "todo era muy diferente".

"En cualquier lado que se tiraba el anzuelo se sacaban pescados grandes. No había pesca ilegal ni trasmallos, todos cuidábamos más los recursos. Solo se pescaba con cuerda, hoy es una injusticia, con los trasmallos y las rastras se mata todo".

Dio a luz 18 hijos, de los cuales solo viven 8, y estuvo casada hasta que hace medio siglo asesinaron al esposo.

Alguien -afirma que sigue sin saberse quién- lo sorprendió apoyado en un almendro y, desde atrás, le abrió el abdomen. Desde entonces, "se la juega" sola.

Este martes, como lo hace todos los días desde 1946, se levantó a las 5 de la mañana para empezar la faena. Ramona la acompaña cuando se dirige al mar. Las arrugas le dan un aspecto tierno y digno de respeto. El amor a la pesca la motiva a seguir.

Las dos suben al "Sinaí" con dificultad. "Yo bogo", dice la hermana mayor y toma los remos.

Mientras avanzamos, viéndola tan frágil, le pregunto ¿de dónde saca fuerzas?

"He vivido entre el mar y el cielo y ahí esta Dios, de Él es de donde saco fuerzas", y sigue remando.