“Pedimos a Dios que no se vayan”
Las lágrimas corrían por las mejillas de doña Clemencia Calvo, de 63 años, con solo pensar en la situación de la planta Alunasa. “Mi esposo trabajó ahí, mi hijo lo hizo un tiempo y ahora mi yerno está trabajando; aquí habrá mucha pobreza si se van”, dijo.
“Paso desvelada, pidiéndole a Dios que no se la lleven, que no la cierren”, comentó mientras limpiaba su rostro.
Doña “Mencha”, como le dicen de cariño, tiene una pulpería y esa es otra de sus preocupaciones. “Creo que nos va a afectar, como a cualquier negocio que haya por aquí”.
Calvo afirmó que la presencia de Alunasa trajo muchos beneficios a la comunidad. “Seguiré rezando”, añadió.
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Doña Clemencia no pudo contener el llanto. Allen Campos.
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