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 Nacionales Domingo 10 de febrero, 2008, San José, Costa Rica.
   

Primer domingo de Cuaresma

En el desierto Jesús fue tentado

Álvaro Sáenz, Presbítero

Empezamos el arduo y fructífero camino de la Cuaresma, la senda que nos lleva a la cruz de Cristo que se volverá resurrección. Jesús, el Señor, igual que Ezequiel, es llevado al desierto por el Espíritu que le inflama, que se agita en él desde el bautismo. Va al desierto a ayunar y orar, como Moisés, a preparar su misión.

De la misma manera que el pueblo de Israel fue probado en el desierto, el nuevo Israel, el Mesías, tiene su propio proceso. Pero ambos afrontan el sondeo de manera distinta. Jesús, a diferencia de aquel Israel, vencerá al tentador.

En el desierto, el Señor ayuna 40 días. El número 40 indica un tiempo largo e indeterminado, pero también señala un giro en la vida, el paso de un período a otro o el cambio de generación. Así, el diluvio dura 40 días y 40 noches, porque de él surge una nueva humanidad.

Los israelitas van 40 años por el desierto para dejar atrás una generación infiel y que nazca otra diferente. Moisés y Elías, que pasan 40 días en el Sinaí o peregrinando, experimentan cambios vitales a partir de ello. Jesús ayuna 40 días y pasa de su vida privada a su vida pública.

Mateo nos narra una escena tremenda en el desierto, una descomunal y terrible confrontación entre el proyecto salvador del Padre y lo que podríamos llamar el proyecto destructivo del tentador, el diablo, el Satanás del Antiguo Testamento.

Las propuestas daban lugar a tres cosas: un milagro fácil e injustificado, exhibicionismo arbitrario y caprichoso con manipulación de los ángeles, y deseo desordenado y abusivo por el poderío universal inundará el corazón del justo. Las propuestas constituyen las sugerencias, la zancadilla del tentador, supuesto soberano del mundo, al Mesías de Dios.

Pero Jesús responderá con determinación, relativizando las propuestas, poniéndolas en su verdadera dimensión, en su pequeñez. Se apoya en tres citas del Antiguo Testamento, tres frases imponentes y expresivas de la conciencia que el Mesías tenía de su tarea, de su deber de atender solo a Dios y de abrazarse a Él.

Así, con “El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”, “ No tentarás al Señor, tu Dios” y “Adorarás al Señor, tu Dios, y a Él solo rendirás culto”, resume con perfecta luz todo el evangelio, todo el proyecto mesiánico: saber elevarnos de la simple y mera materialidad, acoger el amor de Dios sin perturbar su proyecto y consagrarnos sólo a Él.

La derrota del tentador es evidente. Por ello se retira. Pero el que sirve a Dios es consolado por el mismo Dios, que ama al que le acoge de corazón. ¿Pasará acaso lo mismo cuando nos visita a nosotros el tentador? Sepamos imitar a Jesucristo.

Foto: 1891778
En el desierto, Jesús es tentado, pero él afirma su amor hacia Dios y por eso no cae en lo que le tenían preparado.
Internet.

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