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Ajuste de cuentas por drogas En Paso Canoas se respira el temor Familiares de dos de los ejecutados narran los últimos momentos que los vieron con vida / Aseguran que eran hombres de trabajo Erick Carvajal M.ecarvajal@aldia.co.cr Coclé, Panamá. - A las 7:30 p.m. del martes 29 de enero, Ángel Luis Pinzón le hizo una llamada a su compañera sentimental, Marjorie Ortega, y sus últimas palabras fueron: “Te quiero y cuida mucho al bebé”.
A la mañana siguiente, su cuerpo fue encontrado con cuatro panameños más en un tajo abandonado en Fila de Cal de Ciudad Neily. Un macabro hallazgo, cuya causa fue atribuida a un ajusticiamiento por drogas. Doce días después del hecho, en Paso Canoas reina el miedo. El temor es tan grande entre la población que, el jueves pasado, la gente llamó a la policía para decirle que aparecieron otros cuatro muertos en el barrio San Jorge, pero al mismo tiempo otros llamaron y aseguraron que ajusticiaron a tres en la comunidad de San Martín. No era cierto. Lo que sí es real es el dolor de las familias de las víctimas. Familiares de Víctor Navarro Otero, de 29 años, y de Ángel Luis Pinzón, de 40, conversaron con Al Día, en Panamá, y narraron los últimos momentos en que los vieron con vida. Un día normal Marjorie Ortega vio el cuerpo de su compañero, Ángel Luis Pinzón, por la televisión. Era él. No había duda. La misma ropa. Se puso como loca. “No sabía qué hacer, por qué lo mataron”, dijo el viernes pasado en una entrevista en Aguadulce de Coclé, provincia de Panamá. Ortega recuerda que el día antes del asesinato todo fue normal. Pinzón estaba en la casa, fueron a hacer algunos mandados y luego se regresaron. Ella tenía dos años de vivir con él y tuvo un niño de un mes de nacido, de nombre Michael. Como a las 7 p.m., Pinzón le dijo a Ortega que iba hacer un viaje a David. Él se dedicaba al transporte de carga y con eso se ganaba la vida desde los 14 años. Casi a las 7:30 p.m., la volvió a llamar y le dijo que la quería mucho y que cuidara mucho a su bebé. Esas fueron sus últimas palabras. “Me extrañó que no me llamara más, porque siempre pasaba llamando y preguntando cómo estábamos”, dijo Ortega. El cabezal de Pinzón quedó en David. Incluso fue sometido a varias pruebas para detectar rastros de droga, pero todo fue negativo. “Él era una excelente persona. Alegre, trabajador”, relató Ortega, quien aún no sale del asombro. Ella recuerda que en octubre del año pasado viajó con Pinzón hasta Nicaragua y conoció a Víctor Manuel Navarro, otro de los ajusticiados, en Paso Canoas. “No tuvimos mucha relación, pero me pareció una persona normal”, afirmó Ortega. En los últimos meses, Pinzón tenía problemas económicos pues no había mucho trabajo, incluso pidió dinero prestado. ¿Con quién se encontró en David? y ¿por qué lo mataron?, son preguntas que atormentan a Ortega día y noche. Tráiler estaba malo Víctor Manuel Navarro también tuvo un día normal. Según sus familiares, permaneció todo el día en el taller donde estaba arreglando su camión. Víctor, al igual que Luis Ángel, se dedicó toda su vida al transporte de carga. Incluso viajaba mucho a Costa Rica. Recibió un llamada de un amigo que le dijo que si podía acompañarlo a David, pues traía una carga de Colón y estaba cansado. Así que, como a eso de las 7 p.m., se fue con esa persona, quien, al parecer, es Carlos Javier Espino Torres. “Allá (en David) se quedó de encontrar con el papá, quien también es transportista”, recordó su madre Flor Otero. Sin embargo, eso nunca ocurrió. A Víctor también lo reconocieron por la ropa, la misma con la que salió de su casa diciendo adiós a sus familiares.
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