Domingo 1 de junio de 2008, San José, Costa Rica
Nacionales | Conozca a los habitantes de la antigua zona roja de San José
Calle 12 pierde el rojo, pero no su gente
Sodas, talleres y parqueos luchan por sobrevivir/Municipalidad capitalina espera rehabilitar el área con ayuda de empresas privadas
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    El antiguo edificio Musmanni es una de las reliquias de calle 12. Fotografías de José Rivera.
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    Este anuncio de la panadería muestra el edificio Musmanni durante su máximo apogeo. Cortesía de Musmanni.
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    Adán Torres trabaja en una hojalatería. Cuenta que nació en calle 12 y tiene buenos recuerdos de su infancia.
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    Las presas por buses y taxis son cotidianas en la antigua zona roja de San José.
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    La soda “La Favorita” es punto de reunión de taxistas y trabajadores de los talleres. Su propietario, Francisco Bolaños, es oriundo de Turrialba y atiende el negocio con ayuda de dos muchachas.
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    La barbería “El Norte” es atendida por varias mujeres. El niño Rainer Sequeira, de 9 años, es uno de los clientes más jóvenes del local.

Alejandro Arley Vargas
aarley@aldia.co.cr

Son las 10:30 de la mañana y la presa es bestial. Buses de Alajuela, taxis, camiones y carros particulares pitan como si el mundo se acabara en 10 minutos.

Típica escena medio caótica de un viernes en San José.

Con los prejuicios a cuestas, camino atento y despacio por la calle 12; esa famosa vía que pasa frente a La Merced y se extiende más allá de la parada de autobuses de San Carlos.

De verdad no espero ver nada lindo y hasta tengo miedo de que algún piedrero me quite la cámara que ando camuflada.

Para mi sorpresa, el rojo intenso que marcó esta zona durante muchos años se destiñe lentamente. Incluso me atrevo a decir que se torna gris, opaco, un tanto lúgubre.

En la antigua “zona roja” de San José, ya no hay rastro de los viejos bares ni cuartuchos donde se instalaban las prostitutas, las mujeres que los adolescentes buscaban para “hacerse hombres”.

Compraventas, tiendas de ropa, sodas, hoteles, hojalaterías, talleres y parqueos, dan vida a una calle, que, sin embargo, sufre con la basura en lotes baldíos, malos olores, indigencia y el flagelo de la drogadicción.

La reliquia de calle 12

A media cuadra, el edificio Musmanni. Su arquitectura antigua y elegante se desordena por los rótulos de varios negocios que se instalaron ahí.

Esta reliquia de la calle 12 fue construida en 1929. Su edificación estuvo a cargo de Domingo Musmanni, pionero de la familia en el negocio del pan.

Con papel periódico, una soda anuncia sus “casados” en la fachada del histórico inmueble.

“Este es un muy buen punto porque la zona es transitada”, cuenta Manuel Sándigo, administrador del local.

“La seguridad ha mejorado, uno ve los policías”, agrega.

Sigo al norte hasta dar con una barbería. Pregunto por el barbero, pero llama la atención que en ese lugar, solo atienden mujeres.

El pequeño Rainer Sequeira, de nueve años, agacha la cabeza para que la habilidosa estilista le quite parte de su melena.

Apuro el paso y topo un grupo de trabajadores que comparten afuera de “La Favorita”, una soda que se niega a morir.

Francisco Blanco alquila el local desde hace ocho años. “Mis clientes son taxistas y hojalateros, gente de los talleres”, dice mientras limpia el mostrador.

A sus 60 años, reconoce que las ventas no son tan buenas como antes. No se queja de la inseguridad, pero no le gusta que la zona esté rodeada de basura.

Apenas pongo un pie fuera de “La Favorita” escucho la voz fuerte de Adán Torres, quien trabaja en una hojalatería. “Yo nací aquí en calle 12”, asegura.

“De carajillos, jugábamos sin temor a la delincuencia. Creo que en el futuro todo esto lo van a demoler”, expresa con nostalgia.

La calle se acaba y aparecen los últimos destellos del rojo que antes reinaba.

Lotes que son refugio de drogadictos, olor penetrante a heces, orines, basura y más basura.

“Tengo en venta mi casa, pero nadie quiere vivir aquí”, dice molesto Miguel Quirós.

Las andanzas de Salguero

Después de palpar lo que pasa en calle 12, recurrí a las canas para saber cómo era este lugar.

El escritor de 75 años, Miguel Salguero, recordó sus andanzas por la zona roja josefina... allá en los años 50.

“Dios guarde uno dijera que andaba en calle 12 porque la familia se enojaba”, recuerda.

Según Salguero, había cuartos de bajareque que se construyeron para alquilar, pero los ocupaban las prostitutas que cobraban ¢2 por el “ratico” de amor.

“No me da pena decirlo... en alguna ocasión fui cliente de calle 12”, admite.

Salguero cuenta que la zona era “roja” por las mujeres y las cantinas, pero luego se le sumaron la delincuencia y las drogas.

Luego de escuchar la franqueza de don Miguel y de vivir el ambiente en calle 12, cuesta imaginarla llena de edificios modernos, restaurantes y ejecutivos caminando por las aceras limpias.

La “Muni” piensa que se puede... ¿usted qué cree?

Escenas cotidianas

La soda “La Favorita” es punto de reunión de taxistas y trabajadores de los talleres. Su propietario, Francisco Bolaños, es oriundo de Turrialba y atiende el negocio con ayuda de dos muchachas.

La barbería “El Norte” es atendida por varias mujeres. El niño Rainer Sequeira, de 9 años, es uno de los clientes más jóvenes del local.

Adán Torres trabaja en una hojalatería. Cuenta que nació en calle 12 y tiene buenos recuerdos de su infancia.

Las presas por buses y taxis son cotidianas en la antigua zona roja de San José.

Dedos torcidos de tanto trabajo

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Don Víctor Mora es feliz en calle 12. José Rivera.

Los dedos de las manos de don Víctor Mora están torcidos hacia la derecha. La deformación es consecuencia del trabajo, nos cuenta.

Este hombre, de 75 años, trabaja en la calle 12 como cuidacarros, aunque ya no se mata como antes porque tiene una pequeña pensión para mantenerse.

“En esta calle yo cargaba sacos de café, azúcar y arroz y así se me torcieron los dedos”, dice con nostalgia.

Aunque no tenga carros que vigilar, se queda en su silla hasta que el sol se oculta. “Vivo cerca de aquí, pero a mi casa solo voy a dormir”, expresa sonriente.

Ni el dolor de piernas y los calambres en sus manos le quitan el buen humor. Cuando la cosa se pone aburrida echa mano de algún crucigrama en el periódico.

Parece solitario. No tiene hijos, pero sus hermanos lo van a visitar a la casa.

Apenas pueda, dice que quiere ir al Seguro Social para que le hagan un chequeo médico... ojalá lo ayuden.

Batalla contra el basurero

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No se arruga con la dura misión que le toca. Foto: José Rivera.

José Monge es un valiente. No es cualquiera el que se le mete a recoger la basura en calle 12.

Con nueve años de trabajar en la Municipalidad, este obrero tarda hasta cinco horas barriendo y juntando escombros en la zona.

“Tengo mucho tiempo en esto y por eso no me asusta andar por aquí. Me hace gracia porque a veces hasta los indigentes me ayudan a limpiar”, comenta.

Monge tiene 48 años y recuerda cosas de calle 12 que ya no existen.

“Antes había una tienda en la que vendían animales de granja”, cuenta.

Cada escobazo es una esperanza de terminar, aunque le toque igual al día siguiente.

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