Alejandro Arley Vargas
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La muerte del piloto estadounidense de X-Knights, Jeremy Lusk, revivió el tema del peligro que corren los pilotos de acrobacias, motocross y supercross.
Antes de la tragedia de Lusk tres costarricenses sobrevivieron a accidentes muy similares.
Roberto Miranda, Ernesto “Lobito” Fonseca y Edgardo Rojas, eran estrellas de las pistas, pero una caída truncó sus carreras.
En torno a sus historias hay otra coincidencia. Todos usaban el número 10 en su motocicleta cuando se accidentaron.
Sigo en terapia
“Lobito” estaba entre los 10 mejores del supercross estadounidense, pero el 7 de marzo del 2006 se estrelló durante un entrenamiento en California.
En un salto, la moto de Ernesto chocó de frente con un montículo de tierra y él cayó de cabeza. La lesión le impide caminar.
“Mi vida cambió drásticamente porque ya no soy cien por ciento independiente. Ahora vivo mi realidad”, dijo ayer vía telefónica desde Estados Unidos.
“Lobito” tiene 27 años. Actualmente sigue en terapia y trabaja como asesor de la empresa de uniformes Answer.
Vive solo en su casa en California y afirma que volverá a residir en Costa Rica. “Ahora no es el momento, pero sé que volveré. Mi familia está allá”, comentó.
“Fui atrevido”
El 14 de junio del 2003, Edgardo Rojas quiso hacer un salto arriesgado durante una sesión de entrenamiento en la pista Las Lagunas de Pérez Zeledón. El piloto tenía 18 años. En la maniobra se cayó y golpeó su cabeza contra el suelo.
El accidente lo dejó con problemas de movilidad en sus extremidades izquierdas. Camina con cierta dificultad.
“Quise hacer algo atrevido. ¿Qué no hace uno por ser el mejor”, expresó el joven el jueves pasado en el Hospital Cima, donde recibe terapia física.
Ahora con 24 años, Edgardo estudia ingeniería industrial y recibe el apoyo de la terapeuta María Eugenia París.
“Le agradezco a doña María y a su equipo porque me ayudan muchísimo”, dijo el expiloto.
Rojas expresó que ahora valora mucho la vida, a su familia y amistades.
En coma 22 días
El 4 de agosto de 1990, Roberto Miranda entrenaba en la pista de Ochomogo de Cartago. Con 17 años, era el piloto del momento.
Intentó un doble salto con su moto pero el vehículo falló.
“Se quedó en neutro y se fue de pique. Mi cara se estrelló contra el piso”, recordó el jueves pasado.
Miranda estuvo en coma 22 días y pasó conectado a un ventilador artificial. Su mandíbula se partió en siete y se alimentaba por una sonda. Pasó de pesar 160 libras a 82.
Además necesitó mucha terapia para volver a caminar.
El expiloto de 36 años es administrador de empresas y se dedica a bienes raíces.
“Dios me dio una segunda oportunidad y la quise aprovechar”, concluyó Miranda.
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