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Batalla de Zama
Manuel Moas
Pasada la Semana Santa, doña Adela se reunió con los sobrinos para continuar con la historia de Roma. Sentados todos en el corredor, ella dijo: “Por fin, los romanos aprendieron la lección y siguieron la táctica de hostigamiento de Fabio, su líder, y no libraron más batallas contra los fenicios. Atacaron a la desleal Capua cuando Anibal, el caudillo del ejército enenigo, estaba en Tarento, en el Sur.
Poco antes de que Anibal llegara a socorrerla, los romanos la abandonaron. Entonces, el cartaginés se dirigió a Roma y llegó a las mismas murallas. Los aterrorizados habitantes gritaban “Hannibal ad portas” (Anibal en las puertas). Pero se propusieron resistir el asedio y no llamaron a sus tropas en Capua. Anibal tuvo que retirarse y poco después los romanos retomaron Capua y la castigaron terriblemente.
Mientras ocurrían estos sucesos, los romanos luchaban en España contra los cartagineses. En el 209 antes de Jesucristo, el joven Plubio Cornelio Escipión, hijo de Escipión (quien estuvo al mando de las legiones en el río Trebia), comenzó su brillante carrera conquistando a Cartagena.
Anibal necesitaba refuerzos y Cartago no se los daba. Entonces le pidió ayuda a su hermano Asdrúbal, quien estaba al mando de las fuerzas cartaginesas en España. En el 208 antes de Jesucristo, Asdrúbal repitió la hazaña que hizo Anibal: se dirigió con su ejército al norte, atravesaron Galia (la actual Francia), los Alpes y llegó a la Galia Cisalpina. Asdrúbal debía reunirse con las fuerzas de Anibal en el Sur, pero un ejército romano lo vigilaba y otro hacía lo mismo con su hermano.
En aquella ocasión, un incidente cambió el curso de la historia. Asdrúbal envió un mensajero a Anibal indicando la ruta y el lugar del encuentro, pero fue interceptado por los romanos. Cayo Claudio Nerón, quien vigilaba a Anibal, marchó con su ejército hacia el río Metauro, a 190 kilómetros de Roma, y sorprendió a Asdrúbal. Derrotó al ejército cartaginés y Asdrúbal pereció luchando.
En esa oportunidad, Escipión propuso al Senado atacar a Cartago en su propio suelo, idea temeraria. Todavía recordaban el fracaso de Régulo. No obstante, la popularidad del joven Escipión hizo que el Senado le otorgara el ejército y el mando. La flota zarpó a Cartago el 204 antes de Jesucristo.
Al llegar, lo esperaba Masinisa, un aliado que había sido rey de Numidia, pero un rival lo había destronado. Los cartagineses, desesperados, llamaron a Anibal. Éste regresó y con sus veteranos se apostó en la llanura de Zama, al sur de Cartago. Masinisa y su caballería se unieron a Escipión. Pues bien, Anibal inició el ataque con sus elefantes, pero los romanos sonaron sus trompetas y espantaron a las bestias. Despavoridas, retrocedieron y causaron gran confusión.
Escipión aplicó la táctica de tenazas, mientras Masinisa atacaba con la caballería por la retaguardia. Quedaron veinte mil cartagineses tendidos en el campo. Anibal había perdido la guerra. Montó a caballo y corrió a Cartago para aconsejar la paz. Sobrinos, así terminó la segunda guerra púnica”.
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