Lunes 1 de marzo, 2004. San José, Costa Rica.



 

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Tom Cruise encarnó en la pantalla grande a “El último samurái”, quien de verdad existió. Era un instructor de artillería francés llamado Jules Brunet.
/Al Día

Relato verídico

Tokio/ AFP. Soldado norteamericano encarnado por Tom Cruise en la pantalla grande, “El último samurái” existió verdaderamente: era un instructor de artillería frances, el capitán Jules Brunet, cuya historia nada tiene que envidiar a la ficción hollywoodiense.

Como Nathan Algren, el héroe del filme de Edward Zwick, Brunet era un militar contratado para modernizar el ejército japonés en el siglo XIX, en la época de la Restauración Meiji.

Como Algren, Brunet combatió las nuevas tropas del emperador en un Japón marcado por la guerra civil y los cambios de alianzas. Y, como él, salió de la aventura sano y salvo, tras un sangriento combate por honor de sus hermanos de armas samurais, cuya causa estaba condenada por la modernización.

Y lo que es aúm más increíble, Brunet fundó una efímera “república autónoma” en Hakodate, último bastión de los partidarios del shogun Yoshinobu Tokugawa, aplastados por las fuerzas imperiales.

Fuera de lo común

Prácticamente desconocido, Brunet fue sin embargo un personaje fuera de lo común, brillante egresado de la escuela politécnica de París, magnífico soldado y también talentoso acuarelista.

Las fotos de época lo muestran alto y delgado, con bigote “Segundo Imperio”, y una mirada orgullosa. Antes de ser enviado a Japón, había participado, junto con los soldados de Maximiliano, en la expedición en México que resultó desastrosa para las tropas francesas.

Ascendido a capitán en 1867, con menos de 30 años de edad, formó parte de la primera misión miltar francesa en Japón. A pedido del shogun, esa misión formó siete regimientos de infantería, un batallón de caballería y cuatro batallones de artillería. En total 10.000 hombres.

Por su parte, Gran Bretaña y Estados Unidos respaldaban en la época el “partido hostil a los intereses franceses”, instruyendo tropas del emperador Meiji, señala el propio Brunet.

Cuando, vencido, el shogun Tokugawa cedió el poder al emperador, a fines 1867, la misión francesa ya no tenía razón de existir. Oficialmente, Francia era neutral. No obstante, algunos miembros de la misión decidieron quedarse con sus “alumnos” para organizar la resistencia del ejército de los “Bakugun”, los últimos samurais fieles al shogun.

La resistencia de los samurais se derrumbó en el segundo trimestre de 1869. La infantería imperial desembarcó en Hakodate, bombardeada por mar y tierra, y venció el último reducto rebelde. Atrincherados en la fortaleza de Vauban, los últimos 800 rebeldes vivos se rindieron el 30 de junio.

Pero, antes de la rendición, Brunet huyó y se refugió en un barco francés anclado frente a las costas de Hakodate. Después de muchas peripecias, regresó a Francia, donde fue juzgado por una corte marcial y excluido brevemente del ejército a fines de 1969. Rentegrado un año después, continuó su carrera militar y llegó a ser general de división.

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