|
Tribuna libre
Amenazas Gloria Bejarano
Las amenazas de muerte, los anónimos y todo tipo de extorsión o acoso son, sin lugar a duda, actos cobardes de mentes enfermas.
Pretender acallar a una persona o extorsionarla, para que diga algo en contra de su voluntad, son actos similares, ambos de igual maldad, en los que la intimidación atenta contra la dignidad del ser humano y, por tanto, irrespeta los derechos básicos de la persona.
Quienes han sido víctimas de amenazas, saben cuán difícil y traumático es vivir y enfrentar una situación de éstas, porque, aun después de haber sido superada, el daño que deja es irreparable, y los efectos resultan devastadores.
Las figuras públicas, los artistas, los políticos y gente de recursos suelen ser el blanco favorito de quienes se prestan a este tipo de infamia.
En la mayoría de los casos, se supone que no hay razones de peso para preocuparse, pues responden más a actos de mera intimidación que a amenazas reales en contra de la integridad de una persona.
Sin embargo, ¿cómo distinguir o saber cuándo se corre un verdadero peligro o, simplemente, es una broma de mal gusto? Ése es el problema que deben enfrentar autoridades y víctimas.
Por otro lado, existe siempre el riesgo de topar con un desequilibrado que, como en el caso de Su Santidad Juan Pablo II, Ronald Reagan o John Lennon, lleva a cabo su crimen sin previo aviso, simplemente acecha y actúa.
Vivir bajo esta tensión es un precio alto que pagan todos aquéllos que, de alguna forma, destacan o tienen una posición privilegiada o de influencia.
Es casi inevitable que se conviertan en víctimas de este fenómeno, pues alrededor de su figura entran en juego sentimientos y pasiones, que van desde la envidia hasta el enamoramiento y la fijación.
Por otro lado, la intimidación a las personas por las denuncias que hacen, por sus creencias, por su trabajo, por su parentesco o por cualquier otro motivo, es una acción, desde todo punto de vista, reprobable y peligrosa que, como sociedad, siempre hemos rechazado en forma enérgica, lo cual no nos ha hecho inmunes ni ajenos a este despreciable fenómeno.
En Costa Rica se han dado amenazas a políticos, empresarios y comunicadores desde hace muchos años, pero el manejo discreto y profesional de las autoridades ha ayudado a mantener un clima de seguridad y tranquilidad, que esperamos seguir conservando.
Sin embargo, para que las autoridades puedan cumplir con su labor, es importante presentar las denuncias para su investigación y conocer las conclusiones finales del caso.
|
