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Ana Frank. Archivo/Grupo Nación/Al Día
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Tribuna libre
Ana Frank vive José María Penabad
La Habana.– Una lúcida y adolorida quinceañera ha dejado de herencia, para el mundo, el testimonio, la denuncia, de la angustia que supone la intolerancia, la xenofobia y la irracionalidad de los humanos.
De “El Diario de Ana Frank” se han vendido millones de ejemplares en 55 países, traducido a decenas de idiomas. Una película y una obra de teatro complementan la historia que conmueve los corazones de todas las edades.
Acaba de celebrarse el LX aniversario de la recuperación de París, con la pompa y alegría que aquel acontecimiento significó.
Días antes, el 4 de agosto, miembros de las fuerzas de ocupación alemanas capturaron a la familia Frank, judía, y a sus amigos, que vivieron, durante dos años (1942-44), escondidos en la parte posterior de una casa en Ámsterdam. Hoy, 60 años después, sigue sin esclarecerse quién fue el delator.
Previamente, Picasso tuvo la valentía de encararse y “delatar” a los nazis cuando, curiosos, lo visitaron en su estudio de la capital francesa. Contemplando al famoso “Guernika” le preguntaron: “¿Eso también lo hizo usted?”. La respuesta del genial pintor fue inmediata: “No, eso lo hicieron ustedes”.
La madre de Ana murió en el fatídico Auschwitz. Tres meses más tarde, marzo de 1945, Ana y su hermana Margot fallecían en Bergen Belsen, víctimas del tifus.
El revelador diario fue descubierto y publicado en 1947. Quedó abandonado en el ático de su escondite. Un olvido, forzado, que sirve de pedestal al no olvido de la trágica realidad fielmente narrada por Ana.
20 de junio de 1942, inicio (fragmentos) del diario: “Siendo judíos cien por ciento, emigramos a Holanda en 1933. El resto de nuestra familia se hallaba defendiéndose de las medidas hitleristas”.
9 de octubre de 1942, “Hoy es día de noticias deprimentes. Muchos de nuestros amigos judíos son poco a poco embarcados por la Gestapo, Son transportados en furgones de ganado. La radio inglesa habla de cámaras de gas. Después de todo, quizá sea mejor morir rápidamente. Eso me tiene enferma”.
19 de noviembre de 1942, “En mi cama, bien abrigada, me siento menos que nada cuando pienso en las amigas que más quería, arrancadas de sus hogares y caídas en el infierno, en manos de los verdugos más crueles del mundo. Por la única razón de que son judíos”.
13 de enero de 1943, “Podría seguir durante horas hablando de la miseria acarreada por la guerra, pero eso me desalienta de más en más. No nos queda más que aguantar y esperar el término de estas desgracias. Judíos y cristianos esperan, el mundo entero espera, y muchos esperan la muerte”.
Doña Gloria Bejarano de Calderón acogió en su Museo del Niño la exposición “Ana Frank, una muestra de nuestro tiempo”, con 400 fotografías, que recorrió 31 países y recibió la visita de millones de personas. El mensaje afín a los costarricenses se mantiene registrado por Radio Nederland y puede apreciarse, buscando en Google, a partir, precisamente, de aquí, en Al Dia digital.
La encargada de negocios de Israel en Costa Rica, Sharon Shaviv, acertó en su manifestación: “'El Diario de Ana Frank' abre una puerta que nos permite ver, mediante el ejemplo humano e íntimo, a los seis millones de judíos que murieron en el holocausto”. Nacida en 1929, Ana Frank vive como heroína del dolor.
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