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Al agua con Sylvia: La gran enseñanza Sylvia POLL
Una vez más nos ha tocado vivir una Semana Santa y muchos aprovecharon para tomar unos días de descanso y otros para experimentar las actividades religiosas, relacionadas con estos días para los católicos.
Pero a pesar de que esta sagrada semana está basada en la fe católica, todos podemos aprovechar las enseñanzas que ha dejado su protagonista, Jesús, sin importar el culto que al que cada uno pertenezca.
Sobre todo en esta época en donde la sociedad costarricense se encuentra en una seria crisis de valores.
La base de los mensajes de Jesús es el amor. El amor al prójimo y a uno mismo. El amor y su aplicación es algo que está haciendo muchísima falta en todas las capas de la humanidad y Costa Rica no está exenta.
El matar por robar un celular o un carro, ya es algo que vivimos a diario y cada día nos parece más normal. No hay amor ni respeto por la vida y la propiedad ajena.
Pero no nos vayamos muy lejos, el solo hecho que actuemos en una forma totalmente orientada por el beneficio personal, pero sobre todo basado en lo material, en lo físico y superficial, ha hecho que el amor sincero y puro sea un sentimiento escaso y ajeno.
¿Quién estaría dispuesto por amor en esta época a morir por un ser querido o por un extraño, por salvar la vida de estas personas, a cambio de la suya?
El perdón es otra de las grandes sabidurías que nos acaban de recordar en Semana Santa.
Andamos tan llenos de rencor y dolor guardado por miles de cosas que nos suceden todos los días, que no nos dejan vivir en paz y con mayor tranquilidad.
Una de las tantas lecciones de la resurrección es que todos tenemos la oportunidad de salir de una terrible experiencia y tener una mejor vida si dejamos que entre en nuestros corazones el amor, la compasión, el perdón y el respeto.
La resurrección nos invita a todos, sin importar a qué religión pertenece cada persona, que a pesar de lo mal que estamos en cuanto a falta de verdaderos valores, siempre podemos resucitar y retomar el camino del bien y del amor.
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