Miles despiden al Papa en Basílica de San Pedro
Ciudad del Vaticano, (AP). Silenciosos, con el rosario entre las manos y una plegaria en los labios, decenas de miles de peregrinos rindieron hoy sus últimos respetos al Papa Juan Pablo II después de que su cadáver fue transportado en una plataforma púrpura a la Basílica de San Pedro.
Los ujieres vaticanos no daban tiempo al público a detenerse o hacer una prolongada genuflexión ante los restos del Santo Padre. Muchos de ellos lloraban abiertamente a su paso ante el catafalco. Otros tuvieron que recostarse contra el muro presas de la emoción y el cansancio a la salida del templo, diseñado por Bramante y Miguel Angel y que fue dedicada en 1626.
Hubo conjeturas de que el Papa podría haber dejado órdenes en su testamento para ser enterrado en su nativa Polonia, pero el vocero vaticano Joaquín Navarro Valls dijo que Juan Pablo no expresó deseo alguno al respecto.
Los polacos habían esperado que el corazón del Papa _ el primer pontífice no italiano en 455 años _ quizá fuese depositado en la catedral Wawel de Cracovia, donde los santos polacos y la realeza están enterrados. Preguntado que esa posibilidad fue descartada, Navarro no respondió directamente, limitándose a decir que transmitía solamente las decisiones adoptadas el lunes por los cardenales.
Navarro Valls no mencionó la fecha para la elección del nuevo Papa ni el comienzo del cónclave, dando a entender que esa decisión aún no había sido adoptada. Conforme al derecho canónico, el cónclave debe tener lugar en las dos semanas que siguen al entierro.
Los medios italianos dijeron que la policía intervino para controlar la aglomeración, después que el público fue autorizado a ingresar a la iglesia tras un servicio religioso en el que participaron cardenales, prelados y dignatarios.
No se informó de desórdenes ni heridos.
Los fieles se persignaban al caminar frente al féretro, y algunos tomaban fotografías del fallecido pontífice vestido con una toga de color carmesí y su mitra blanca de obispo.
Las puertas se abrieron más de una hora antes de la anunciada por los funcionarios del Vaticano para que el público comenzara a ingresar.
Un aplauso reverente de decenas de miles de personas saludó el paso de los doce portadores del féretro, flanqueados por guardias suizos con sus cascos coronados de plumas, que transportaron el féretro en una plataforma de color carmesí.
Luego de trasponer la Puerta de Bronce, atravesaron la plaza y entraron en la basílica en medio de una nube de incienso.
La procesión, con el trasfondo de sacerdotes que entonaban la Letanía de los Santos, comenzó en la Sala Clementina, donde se había instalado la capilla ardiente desde el domingo. Televisada por la emisora del Vaticano, la procesión avanzó solemnemente por las salas decoradas del Palacio Apostólico.
Antes del comienzo de la procesión, el cardenal Eduardo Martínez Somalo _el camarlengo, el encargado de manejar los asuntos de la Iglesia entre la muerte de un Papa y la asunción de otro_ oró y roció el cuerpo con agua bendita.
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