Papa será enterrado en el Vaticano tras masiva despedida
Ciudad del Vaticano, (EFE). Juan Pablo II será enterrado el próximo viernes en las Grutas vaticanas, tras un solemne funeral que se celebrará por la mañana, después de que centenares de miles de personas le den su último adiós en la capilla ardiente instalada este lunes en la basílica de San Pedro del Vaticano.
La Congregación de Cardenales, en su primera reunión, fijó el día y la hora (08.00 horas) del funeral del Papa Wojtyla y despejó uno de los interrogantes que aún persistían, el lugar de su enterramiento, que al final será, como parecía más probable, la cripta vaticana.
Se disiparon así las débiles dudas de que pudiera ser inhumado en la catedral de Cracovia, en su Polonia natal, de donde fue arzobispo.
El Papa que vino del Este reposará en el mismo lugar en el que hasta 2001 yacía su predecesor, el beato Juan XXIII, muy cerca de la tumba del apóstol San Pedro.
Los restos del papa Roncalli, fallecido en 1963, fueron trasladados el 3 de junio de 2001 hasta el altar de San Jerónimo de la basílica vaticana para permitir un mayor flujo de fieles devotos, por decisión de Juan Pablo II, que siempre se declaró su gran admirador.
Antes del entierro se celebrará un solemne funeral en la Plaza de San Pedro, que oficiará el que fuera durante muchos años "brazo derecho" de Karol Wojtyla en la Curia, el cardenal alemán Joseph Ratzinger, decano del Colegio Cardenalicio.
Al funeral asistirán gobernantes de todo el mundo -entre ellos los Reyes y el presidente del Gobierno de España-, así como cientos de miles de personas.
Antes de ponerse en fila para visitar la capilla ardiente, que se abrió finalmente hacia las 20:00 hora local (18:00 GMT), muchos de esos fieles se agolparon hoy cerca de la escalinata de la basílica vaticana para ver de cerca el traslado de los restos del Papa.
Amortajado con la sotana blanca y la casulla roja pontifical, la estola arzobispal o "palio", la mitra y el báculo, Juan Pablo II salió de la sala Clementina del Palacio Apostólico a hombros de doce "sediarios" pontificios, los portadores de la vieja "silla gestatoria", tendido en unas andas de madera forradas de seda roja.
La procesión, en la que participaron los cardenales da la Curia, encabezados por el camarlengo, el español Eduardo Martínez Somalo, transcurrió en medio de un gran boato, subrayado por los cantos de las letanías y el tañido de las campanas.
La gente que observó el paso de la comitiva fúnebre se emocionó, lloró y aplaudió, sobre todo en el momento culminante, cuando fue mostrado a Roma y al mundo el cadáver del Papa desde lo alto de la escalinata de San Pedro, con una ligera inclinación de las andas.
El solemne traslado también lo siguieron las decenas de miles de personas que esperaban en los aledaños a que se formaran las filas para poder entrar en la Basílica a dar su último adiós al Pontífice.
Las puertas se abrieron finalmente antes de la última hora prevista, después de que lo pidiera Protección Civil, a la vista de que había comenzado a cundir la desazón entre los miles de fieles que hacían cola desde muchas horas antes.
Durante los próximos tres días se prevé un desfile interminable, con interrupciones de madrugada para limpiar el templo, en el que podrían participar, según diversos cálculos, hasta dos millones de personas.
Serán tres días de multitudes ordenadas para rendir el último homenaje a un Papa que hizo de los actos de masas, en el Vaticano y en todos los lugares del mundo que visitó, una de las constantes de sus 26 años de pontificado.
Mientras tanto proseguirán las reuniones de la Congregación de cardenales, bajo la presidencia del Camarlengo, para preparar el cónclave, que deberá comenzar entre los días 17 el 22 próximos, según establece la normativa.
En la primera reunión de este lunes, a la que asistieron sólo 68 purpurados, se prestó el juramento, como establece la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, sobre la Sede Vacante, y se examinaron las próximas ceremonias fúnebres.
A partir de ahora, los purpurados, en sesiones diarias, aprovecharán para estrechar relaciones y detallar su visión sobre las cuestiones que tiene planteadas la Iglesia católica, si lo consideran oportuno con la colaboración de teólogos y religiosos externos.
Sus primeras declaraciones a la prensa van perfilando el espíritu que animará el próximo papado y dejan entrever su idea del nuevo Pontífice, como ha hecho el brasileño Claudio Hummes, uno de los latinoamericanos que suena entre los papables.
Para Humes, el sucesor de Papa Wojtyla deberá ser alguien "capaz de representar al mundo y tener influencia tanto sobre los no creyentes, como sobre los que profesan creencias diferentes".
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