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 Nacionales Domingo 04 de diciembre, 2005, San José, Costa Rica.
 

Otto Guevara, candidato libertario

Le ganó al túnel del tiempo

Era el nerdo de la clase, atleta y "salvatandas" de su hermano Peter

Sylvia Alvarado Marenco

Dicen por ahí que todo tiempo pasado fue mejor, pero viendo en retrospectiva a Otto Guevara da la impresión de que eso no siempre es así.

Él mismo reconoció hace poco que "en el colegio era bien flaquillo y bien feíllo. Ya no soy tan flaquillo y no estoy tan feíllo".

No hay duda de que el candidato libertario ha cambiado, y no solo físicamente.

Ya no es "machillo" como cuando era bebé, aunque todavía conserva la cicatriz que le dejó una hamaca cuando lo golpeó en la ceja derecha, mientras cursaba el kínder cerca del zoológico Simón Bolívar.

Sigue siendo "muy estudioso", pero ya no se pone a llorar si saca "un 8", como cuando estaba en la escuela Humboldt, donde también cursó el colegio.

"Yo era de los que se sientan en primera fila y se ganan todos los años el diploma de honor. Todo un nerdo, bien engominadito".

De la timidez le queda muy poco y más bien ahora se "la juega bien bailando merengue, cumbia y salsa". Tampoco sigue coleccionando gupis y telescopios en las 12 peceras que fabricó él mismo, ni le tiene pavor a los perros como cuando era chiquillo.

Pasé todas mis vacaciones en el hotel de mis papás en el Puerto. Era el encargado de los futbolines, por eso soy muy bueno. Hace poco coincidí con Paulo César Wanchope en una fiesta; nos echamos un campeonatito y le gané. Le dije: 'qué va mae, ni usted puede conmigo'".

Otto Guevara. candidato ML.

Bueno con las manos

Todavía sigue corriendo y "ya de viejo, me metí a clases de tenis", pero atrás quedaron los días en que entrenaba natación, volibol y básquet y el año 1983, en que fue declarado mejor jugador del país en balonmano.

Ya no recuerda las lecciones de piano que llevó cuatro años, pues se le "trabaron los dedos" y el perfecto alemán que hablaba en la adolescencia, lo conserva en su "disco duro" porque hace casi 30 años que no lo practica.

Dejó de soñar con ser ingeniero agrícola y se enamoró del Derecho y más de la política.

Lo que no ha cambiado es su amor por Puntarenas, donde no faltó un fin de semana hasta que terminó el colegio pues acompañaba a sus padres a trabajar en las cabinas San Isidro. "Me tocaba regar matas, limpiar piscinas y encargarme del futbolín".

Guevara sigue disfrutando las conversadas eternas con sus tres hermanos pero le da gracias a Dios porque ya no tiene que estar "sacando de tortas" a su hermano Peter, hoy diputado.

"Tiró a mi hermanita a la piscina y la tuve que sacar con los ojos en blanco. En la escuela, veía un revoltijo en la plaza y lo encontraba dándose de piñazos, todo descamisado. Cada rato le llenaban la libreta de conducta. Yo era tranquilo y Peter una pieza de Judas... aunque ahora parezca que sea al revés".

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A los 9 meses, Otto era bien rubio, ya tenía, como su abuelo, la ceja derecha levantada.

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Pasó todos sus fines de semana, chiquillo, en el Puerto. Ahí, a pata pelada, disfrutaba "montones" en la arena.

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En la escuela Humboldt sacaba nota 100 en todo, era un nerdo que pasaba los recreos jugando ajedrez".

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En el "cole", era "malillo para el fútbol" pero se enamoró del balonmano, que llegó a jugar en primera división.

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