Miércoles 08 de junio, 2005. San José, Costa Rica.


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Tranquilo
El sacerdote Carlos Artavia, vicario en San Juan de Tibás, cuando ayer, a las 12:45 p.m., abandonaba el edificio de los Tribunales de Justicia del II Circuito. Al juicio asistieron muy pocas personas.
Abelardo FONSECA/Al Día

A los perros...no matarás

Sacerdote sentenciado por muerte de "Camila"

Rodolfo MARTIN

La perra callejera "Camila" nunca representó un peligro para los feligreses católicos del centro de Tibás. Nunca atacó ni amenazó con morder a nadie.

Eso quedó claro ayer para un juez que sentenció al sacerdote Carlos Artavia Arrieta por haber dado su consentimiento para que en una vetererinaria le aplicaran la eutanasia a "Camila".

Artavia fue sentenciado a 30 días multa por el juzgado Contravencional del II Circuito de Goicoechea a cargo del juez Douglas Durán. Lo hallaron culpable de haber dado muerte a un animal sin necesidad alguna.

El sacerdote, ordenado hace seis años y, vicario de la basílica de San Juan de Tibás, enfrentó el proceso por la muerte de "Camila", una perrita callejera que frecuentaba ese templo y que, aparentemente, perturbaba a algunos feligreses.

Le impusieron la pena máxima a razón de ¢1.000 diarios para un total de ¢30.000.

No era peligrosa

El juez Durán destacó dos pruebas en el caso.

Una fue un documento, aportado por la misma defensa, en donde aparece la firma del religioso dando el visto bueno para que se le practicara la "eutanasia animal".

Otra fue el hecho, de que, según el juez, a lo largo del debate no hubo un solo testigo que declarara que "Camila" hubiera sido un animal que encerrara un peligro inminente porque, atacara o mordiera".

"Lo más cercano fue alguien que dijo que le ladraba a las personas", acotó el juez en ese sentido.

Además, tampoco se recibió ningún testimonio en el sentido de que se tratara de un animal enfermo, con llagas o que lo atacaran las bandas de moscas, agregó el licenciado Durán.

"Más bien, era un animal no sólo bien alimentado, sino que dormía y lo atendían en algunas casas. Incluso, un testigo manifestó que la dejaba (a "Camila") jugar con sus hijas.

Según el juez, en términos jurídicos, no era necesaria matarla.

"Porque nos estorbe, porque entre en nuestras casas o porque entre a la casa del Señor -porque yo también soy católico y voy a misa- no por eso hay que matarla. Hay que ser más tolerante. Si molestaba, la solución no era matarla. La solución hubiera sido otra", manifestó el juez Durán.

El mismo juzgador aclaró que si la perra hubiera atacado y mordido a alguien o si hubiera estado enferma de gravedad "yo hubiera absuelto al padre Carlos", insistió.

El juzgador recordó a San Francisco de Asís, quien advertía que los animales "son criaturas de Dios".

Me lo recomendaron

El sacerdote reaccionó satisfecho con la decisión judicial por dos razones.

Una, porque deseaba escuchar de un juez de la República si era o no responsable de lo que se le achacaba y, segundo porque de una vez por todas acababa con este lamentable hecho.

No obstante, aclaró que todo tuvo su origen cuando acudió a una clínica veterinaria donde simplemente le recomendaron la "eutanasia animal".

Artavia, con dos años y seis meses de vicariato en San Juan de Tibás, expresó no tener reparo alguno en ofrecer sus disculpas a todos aquellos que, con sus actuaciones, hubiera mortificado.

El abogado defensor del sacerdote, Otto Giovanni Ceciliano Mora, adelantó la posibilidad de apelar la sentencia ante la Sala de Casación.

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