Tribuna libre
Pesimismo y apatía Gloria Bejarano
Durante casi 34 años he recorrido Costa Rica, y nunca percibí un clima de tanta incertidumbre, duda y pesimismo como ahora.
En esos recorridos pude aquilatar este pueblo en todo lo que vale, y reconocer aquello que lo hizo ser diferente. Hoy me angustian su desánimo, falta de entusiamo y pérdida de fe.
Las conquistas de los costarricenses son el resultado de una combinación única: la pasta con que fueron hechos los ticos, y los dirigentes que los han guiado a través de los años. Juntos forjaron esta nación y han construido Costa Rica.
Es cierto que nuestros líderes políticos, religiosos, deportivos, empresariales y sindicales han cometido errores, pero también es verdad que sus aciertos han sido muchos y no pueden ser ignorados. No por casualidad, Costa Rica ha sido ejemplo en la región y en el mundo. No somos una mera eventualidad ni, mucho menos, producto del azar. Quienes así lo creen, no han sabido leer el alma de este pueblo.
Costa Rica, pese a sus problemas y limitaciones, tiene la capacidad de afrontar retos, y así lo demuestra su historia. Pero necesita liderazgo para crear una visión positiva de futuro, así como una adecuada dosis de inspiración, fe, deseos de superación, orgullo, confianza y seguridad.
El liderazgo, sin embargo, no se puede improvisar, nace de la necesidad del pueblo de ser guiado, y se concreta cuando una persona es capaz de interpretar sus aspiraciones, de inspirarlo y conducirlo hacia metas comunes y sueños compartidos. El verdadero líder surge de las entrañas de un pueblo alimentado con la esperanza, y no se puede simplemente inventar, fabricar o autoproclamar.
Los demás elementos como orgullo, confianza, seguridad o deseo de superación están latentes en todo ser humano, pero germinan solo cuando existe un clima de positividad y el pueblo, optimista, quiere luchar por su futuro.
Costa Rica necesita una inyección de optimismo, ilusión y confianza en nuestra gente, y de esperanza en el futuro. Necesita pasión y compromiso de todos, y que el encono sucumba ante el amor por esta tierra.
Pero nada de esto será posible mientras no se rompa el clima de permanente controversia y negatividad que nos mantiene sumidos en el pesimismo, la desconfianza y la apatía. Ese clima que se han empeñado en construir quienes se gozan en señalar todo lo malo, ignorando lo bueno, y siembran suspicacia y temor.
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