Domingo 13 de marzo, 2005. San José, Costa Rica.


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Imágenes del intento de asalto y secuestro a la sucursal del Banco Nacional en Monteverde

Foto Principal: 928874
Dolor y miedo
"No sé cómo mantuve la calma. Me empezaron a dar dolores muy fuertes y el estómago se me puso como una piedra. Yo decía: 'bebé por favor no se salga aquí'", contó Nancy Ramírez a Al Día.
Erick CÓRDOBA/Al Día

"¡Ay!, Dios mío, nos va a matar"

Nancy Ramírez, rehén embarazada, pidió piedad a asaltante

Valora llamar a su hija "Milagro"

Sylvia ALVARADO MARENCO
Crhistian CAMPOS LOSTALO

Monteverde. Hasta el martes pasado, la bebé que Nancy Ramírez carga en su vientre, de casi ocho meses, sería bautizada Catalina. Hoy, ella valora llamarla Milagro.

Tras haber salido viva de la agencia del Banco Nacional de Monteverde, donde permaneció secuestrada 21 horas, con el estómago duro de tensión, no solo esa idea ha cambiado en su vida.

Fuera del banco Nancy se convirtió en el símbolo de todos los rehenes. Dentro fue un bastión, una defensora de sus compañeros y una de las personas que, a la fuerza, debió compartir muchos momentos con el secuestrador, hoy preso en Máxima Seguridad de La Reforma.

Además:

  • "Me agarré la panza y corrí"
  • Este es el relato que compartió con Al Día a menos de 24 horas de haber vuelto del hospital México, donde se garantizó que las dos mujeres "milagro" están bien.

    "Lo que más me angustiaba era pensar en mi hija, en mi hermana Leidy que acababa de llegar al banco, en mi mamá y mi abuelita que es muy nerviosa.

    Cuando oí los disparos nos tiramos al suelo. Me agarré fuerte la panza y Elizabeth y Juan Pablo también me la protegieron. Estábamos escondidos y en eso el hombre vino y se quedó viéndonos. Yo dije: '¡ay Dios mío, nos va a matar!'. Tenía la cara y las orejas pintadas con betún. Nos vio y siguió tirando balas, pero después se devolvió y dijo: 'las voy a salvar vean que están cayendo las balas y los vidrios'. (Se las llevó a otro lado).

    No sé cómo hice para mantener la calma. Me empezaron a dar dolores muy fuertes. El estómago se me puso como una piedra. Yo decía: 'bebé, por favor no se salga aquí'".

    "Podía ser mi hermana"

    "Él (asaltante), decía 'viera como hay muertos y heridos ahí, y yo no dejaba de pensar que una podía ser mi hermana.

    Nos dijo: 'les juro por Dios y mi madre que no los voy a matar'.

    Yo le dije en un momento: 'hoy estoy cumpliendo años, y vea lo que me está haciendo.

    'Perdóname Nancy, perdóname sé que usted está mal", decía.

    Le pidió a Eliza que le amarrara mejor los trapos en las heridas de los brazos y le dijo a Pablo que fuera a hacerle lo mismo al compañero que estaba más afuera, supuestamente herido.

    Pablo nos estaba abrazando y decía: 'tengo miedo, tengo miedo'... pero él lo mandó. Se fue detrás y oí a Pablo decirle: 'no me mate'. Nunca oí ningún disparo. En un momento nos dijo que oyéramos al otro compañero descargando, pero eran unos disparos diferentes a los de él. Cuando le preguntamos por Pablo dijo que estaba con el otro, pero ya estaba muerto.

    Llamada al 911

    "Cuando él disparaba para asustar a la negociadora nos decía que nos agacháramos para que no los oyéramos tan duro y aun así brincábamos con cada balazo. Disparaba aunque decía que no veía nada para afuera. Le dijo a la negociadora que lo llamara Diablo o Satanás, pero después le dijo que se llamaba Dimas Hurtado.

    Cuando empezó todo oímos las balas y los vidrios y las alarmas y todos los teléfonos sonaban, pero los arrancó. Creo que no sabe leer, porque el nunca marcó solo. Me puso a llamar del celular de Pablo al 911 y no entraba la llamada hasta que me dijeron: 'buenas, ¿cuál es su emergencia?'... Empecé a explicar, pero me lo arrebató y dijo: 'vea, hombre tengo secuestrada a esta gente de Monteverde, ya hay un montón de muertos inocentes y no me voy a ir sin un cinco'.

    Nos preguntábamos a qué hora iba a terminar eso. Él era muy raro, no nos preguntaba cómo se abría la bóveda, ni dónde estaban los que tenían las llaves.

    Vio una luz prendida en una oficina de archivo y se fue a traer un montón de llaves para abrir. Yo sabía que ahí no estaba la llave pero cuando metí una, Bernal me dijo, 'Nancy aquí estoy yo'. Él apuntó con el arma y empecé a rogarle que no le disparara.

    Temblaba de frío

    "Cuando Bernal abrió, estaba hincado detrás de una caja. Le preguntó que si era el jefe. Bernal le dijo que jamás, que era nuevo y yo le dije: '¡nada que ver!, usted lo está estrenando', y entonces el señor (asaltante) se rió. Lo dejó ahí pero en la madrugada yo temblaba de frió y me ofreció una camisa toda llena de sangre y de huecos. Le dije que no y que mejor dejara que Bernal nos abrazara, entonces lo dejó acompañarnos.

    Me dijo que fuera a orinar pero le dije que no porque tenía que atravesar todo el banco y entonces me dejó ir con Elizabeth.

    Él le gritaba a alguien y el otro le contestaba.

    Me ofrecía comida y agua y cuando yo me agarraba la panza me decía: '¡aguante!, !aguante!'. Yo le dije: 'cuidado usted me va a hacer algo porque mi esposo es nicaragüense y el bebé también'. Le pregunté si sabía de parto, porque yo iba a parir ahí y que si me llevaba con él en el carro es capaz que nacía. Me decía: '¡ay nombre!, mis hijos han nacido en hospitales, yo no sé nada de eso'".

    Foto Principal: 928873
    Mortal
    "Temía que mi hermana, Leidy estuviera muerta. Pablo le pidió que no lo matara".
    Erick CÓRDOBA/Al Día

    "Me agarré la panza y corrí"

    "Me decía que lo escupiera en las heridas, porque la saliva de las embarazadas corta la sangre. No quise.

    "Decía que tenía una granada, seguro la negociadora le decía que no, entonces decía, '¿qué querés?, ¿que haga lo mismo de la embajada de Chile?... mato a todos y me mato yo.

    "Cuando fue a traer la comida vio a varias de mis compañeras heridas y se enojó. Decía: 'vean, es que esta mujer (la negociadora) no le pone y esta pobre gente la podrían haber sacado hace rato, que me den la plata y me voy'.

    En un momento sí se puso muy enojado cuando ella le cortó la llamada. Dijo, '¡esta vieja me cortó y ahora tengo que matar a alguien para que vea que estoy hablando en serio!'.

    "Cuando sonaban los helicópteros nos decía '¡uy oigan!, somos noticia, estamos saliendo en todos los canales'.

    "Después me dijo que me alistara para salir. Le pedí que Bernal me llevara porque no podía caminar por entre los muertos. Hasta le pedí que le dijera al compañero que no me disparara y fue y gritó, viendo al baño, que no me disparara porque está embarazada.

    Me fijé en los muertos buscando a mi hermana y no la vi. Si vi a otros y dos abrazados.

    Bernal me dijo que corriera a la panadería, pero no veía a nadie y tenía miedo. Aunque suene raro, por un momento me sentí más segura adentro que afuera. Asomada por el hueco, vi a los policías que me llamaban. Me encomendé a Dios, me agarré la panza y corrí. Cuando el policía me agarró, sentí que era Dios que me estaba abrazando".

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