Domingo 13 de marzo, 2005. San José, Costa Rica.


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El informe Oppenheimer

Si ustedes creen que el presidente Bush no tiene suficientes problemas en América Latina lidiando con autócratas de izquierda en Cuba y Venezuela, consideren lo que podría venir muy pronto: el regreso al poder de un excomandante ultraizquierdista en Nicaragua.

Daniel Ortega, el expresidente sandinista que, después de la revolución de 1979, confiscó una mansión en nombre de la justicia social e inmediatamente se mudó a ella, acaba de cercenar un movimiento masivo dentro de su partido, que exigía la celebración de elecciones primarias, y se hizo proclamar candidato presidencial para las elecciones de noviembre del 2006.

En Washington D.C., pocos toman el asunto a la liviana. Ortega ya está controlando la Suprema Corte, el Tribunal Electoral, la oficina del Contralor General y el Congreso, en una extraña alianza con el expresidente derechista Arnoldo Alemán.

Ambos han sido acusados de robar a diestra y siniestra, pero hoy manejan los hilos del poder en Nicaragua.

Aunque la opinión sobre Ortega es negativa y el partido sandinista ha tenido históricamente gran dificultad en pasar de su 35 por ciento de voto duro, no sería nada imposible que el excomandante gane las elecciones del próximo año.

"Por ahora está en una posición muy fuerte", me dijo esta semana un alto funcionario de Estados Unidos.

"Todo lo que tiene que hacer es competir contra varios contrincantes divididos, y gana".

Lo más preocupante para muchos es que, a diferencia de los presidentes de Brasil, Uruguay y Chile, que en los últimos años han dado un giro hacia el centro, Ortega ha hecho una regresión a su retórica radical de los años ochentas y, según dicen muchos, a prácticas estalinistas.

A finales de febrero, Ortega dio un "golpe de Estado" dentro de su partido y expulsó al popular exalcalde de Managua, Herty Lewites, quien se estaba convirtiendo en un potencial ganador de la candidatura presidencial sandinista. Lewites es actualmente el político más popular en Nicaragua.

Una encuesta reciente, realizada por Borge y Asociados, muestra que Lewites ganaría la elección general con un 40 por ciento de la votación. Entre los simpatizantes sandinistas tiene un apoyo del 75 por ciento, contra un 18 por ciento de Ortega, dice la encuesta.

Lewites convocó a un acto masivo para protestar contra la cúpula del partido por no realizar elecciones internas, pero Ortega logró que una corte cercana a él le negara el permiso a Lewites, quien no reconoce su expulsión, y afirma que exmiembros de la Seguridad del Estado trataron de asesinarlo en un incidente, el 3 de marzo, frente a una Corte donde se le había ordenado presentarse.

Cuando llamé a Lewites por teléfono esta semana, el mensaje en su celular decía: "Éste es tu futuro presidente". En una entrevista posterior, ese mismo día, me dijo que sus problemas con Ortega comenzaron recientemente "cuando Daniel (Ortega) vio que las plazas públicas ya no le pertenecían, después de nuestras movilizaciones masivas a finales de febrero".

Ortega comparó al popular exalcalde con los expresidentes Mijail Gorbachov y Boris Yeltsin, quienes, según Ortega, han cometido "crímenes en contra de la Humanidad", al destruir a la Unión Soviética.

Lewites respondió acusando a los lugartenientes de Ortega -incluyendo al excomandante sandinista Tomás Borge- de haber vendido propiedades y realizado otras transacciones por más de $3,8 millones.

"¿De dónde sacaron esa plata?", pregunta Lewites. "Ante esas denuncias, ellos tomaron la decisión de callar, pues se lo iba a probar, si ellos hablaban. Entonces, decidieron expulsarme del partido".

"Ésta es una lucha contra una tendencia ortodoxa ultrarradical, dictatorial, del partido", dice Lewites.

"Nosotros no estamos negando que vamos a hacer un gobierno de izquierda. Pero será un gobierno de izquierda dentro del marco de un (presidente chileno Ricardo) Lagos, o un (presidente brasileño Luiz Inácio) Lula da Silva".

Ortega está pagando caro por su negativa a convocar elecciones primarias. Varios líderes sandinistas, como los excomandantes Henry Ruiz, Luis Carrión y Víctor Tirado, así como el exvicepresidente Sergio Ramírez y el poeta Ernesto Cardenal, están apoyando a Lewites.

Sin embargo, aunque Lewites encabeza las encuestas, no está claro que pueda triunfar como candidato independiente, sin la maquinaria de los 500 mil miembros del partido sandinista. Mi conclusión: si los partidos conservadores son tan tontos -o tan corruptos- como para presentar varios candidatos, Ortega puede ganar.

La democracia nicaragüense ya está siendo secuestrada por una alianza entre mafiosos de derecha e izquierda, y Estados Unidos pronto podría encontrarse con un nuevo dolor de cabeza en la región.

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