Sábado 28 de mayo, 2005. San José, Costa Rica.



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Perspectivas

Morir en lista de espera

Mónica Umaña

En un país donde propios y extraños se jactan de que la seguridad social es la mejor de la región, es inadmisible que pacientes como Rónald Rodríguez y Edwin Artavia Aparicio mueran esperando un trasplante o una operación.

Aún con más celeridad se debe actuar en el caso de las personas que necesitan un trasplante de córnea, una operación de retina y cualquier tratamiento urgente para no quedar ciegas.

Probablemente, a muchos altos jerarcas de la Caja Costarricense de Seguro Social sí les preocupa esta situación. Pero muchos otros están tan entronizados, que, al parecer, se les olvida para qué los pusieron ahí.

Claro, ellos pueden pagar una cirugía privada, una consulta con especialista en los exclusivos hospitales que han proliferado, y no tienen que preocuparse por madrugar, hacer filas, quedar en lista de espera, y esperar a que se solucione la inopia de profesionales.

El miércoles pasado, cuando conocí a doña Clemencia, entendí que quienes tienen a su cargo las decisiones importantes en la Caja, necesitan conocer casos como el de ella. Necesitan acercarse a su casa en San Sebastián, abrazar sus 80 años, y aproximarse a la realidad de una señora que no puede subir las gradas hasta las Gerencias o la Presidencia Ejecutiva, pues tiene quebrada la cadera.

El miércoles, deseé con toda el alma tener en mis manos la posibilidad de aplacar el dolor que doña Clemencia siente en sus ojos, que la quema constantemente y la hace llorar de sufrimiento.

Ustedes, que se dedican a firmar papeles..., busquen el expediente de Clemencia Soto y exijan que se le dé trámite rápido en la burocracia estatal. Estoy segura de que, si fuera el caso de alguno de sus familares, no estaría en lista de espera.

Por suerte, todavía existen ángeles que, con gusto y humildad, comparten lo suyo con verdadera modestia. Ésas son las personas que nos hacen volver a creer.

Rónald Rodríguez murió mientras esperaba un trasplante de hígado. Edwin Artavia falleció esperando una cirugía de corazón.

¿Cuántos costarricenses más tienen que morir, para que la verdadera reforma -la necesaria- llegue a la Caja?

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