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Banda dedicada a "tarjetazos" en Jacó Víctimas reconocen a los sospechosos Ofrecieron devolver lo robado para no ir a la cárcel Christian Camposredaccion@aldia.co.cr Jacó, Puntarenas. - Tan caro podría salirles el "negocio" de haber clonado tarjetas, que hasta ofrecieron devolver a los afectados el dinero sustraído.
Las dos mujeres y un hombre venezolanos, sospechosos de millonarios fraudes con tarjetas de crédito y débito en el BAC San José de Jacó, fueron reconocidos ayer, sin mayor dificultad y de manera categórica, por dos de los estafados, quienes alegaron haber recibido presiones de la defensa.
"Han llegado hasta el punto de que nos quieren devolver el dinero sustraído de nuestras tarjetas de crédito, a cambio de que no sigamos con el proceso penal", dijo uno de los ofendidos, que solicitó el anonimato. Ayer, en esferas judiciales, trascendió que permanece un fuga un cuarto venezolano que conformaría la banda. Oficiales del OIJ de Jacó, bajo la coordinación del fiscal Fernando Vargas, encontraron más evidencia en la habitación del hotel donde se hospedaban los delincuentes. Según las denuncias, la cantidad de dinero sustraído superaría los ¢50 millones. Muy astutos "Estas personas han venido usando una tecnología muy avanzada para sustraer la información y, luego, transferirla a una de sus tarjetas plásticas, que posiblemente hayan robado antes. Los materiales con que 'trabajan', no se encuentran en el país", manifestó una fuente relacionada con la seguridad bancaria. Un policía judicial agregó que "fueron muy astutos, porque de nada les serviría tal tecnología, si ellos no entraban en escena". Dado que robaban información electrónica, y no la tarjeta, los clientes no se daban cuenta del dinero sustraído hasta que les llegaba el estado de cuenta del banco emisor, o cuando, por vía telefónica, un funcionario del banco les comunicaba que su saldo estaba reducido al mínimo. Era entonces cuando el cliente pegaba el grito al cielo. Los venezolanos, que, según las autoridades, también operaban en La Fortuna de San Carlos, Tamarindo y San Ramnón de Alajuela, instalaban un lector muy similar al que se encuentra en la entrada de los cajeros. Luego de que alguien deslizaba la tarjeta por ahí, quitaban el aparato de la puerta y se lo llevaban a su centro de operaciones, localizado en un cuarto de hotel. Después, bajaban la información a una computadora portátil y la trasladaban a otros plásticos. El PIN (clave de la tarjeta), lo obtenían intimidando a los clientes o colocando una cámara inalámbrica en el cajero. En cuestión de horas, volvían ya con la "nueva tarjeta" y extraían el dinero. |
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