Una generación que hizo historia

Princesas del voleibol apuntan a Japón

Cinco voleibolistas que clasificaron al Mundial nipón nos cuentan sus sueños, sacrificios y anhelos

A ellas no les pagan por jugar, no tienen viáticos y su única satisfacción es representar al país.

Su última hazaña fue clasificar a Costa Rica al Mundial de voleibol en la rama femenina, a realizarse en Japón en octubre del 2006.

Salieron casi en silencio con las maletas llenas de optimismo y regresaron con la clasificación, que les hizo ganarse un lugar en la historia del deporte costarricense.

Más allá de los remates, los puntos, o los balones dejados en la red, ellas tienen su propia vida de sacrificios y esperanzas.

Al Día conversó con cinco de las integrantes del seleccionado de voleibol que logró en República Dominicana, a principios de mes, el ansiado cupo, con el fin de conocer un poco más de este privilegiado grupo que estará presente entre los mejores 24 sextetos en la rama femenina.

Adriana Chinchilla, quien tuvo la oportunidad de actuar en Estados Unidos, vio de cerca cómo se jugaba un voleibol más profesional, desde el punto de vista competitivo y administrativo, el cual sin duda marca diferencia.

"Es una gran satisfacción culminar un proceso después de tantos años de sacrificio, es un sueño hecho realidad para muchas de nosotras. Tantos años valieron la pena, ahora no importa mirar atrás, porque lo que conseguimos es histórico, es la primera vez que un equipo femenino lo logra y por eso debemos estar muy orgullosas de nuestra clasificación".

Este grupo, que conjuga experiencia y madurez, se encuentra en el mejor momento de un proceso que arrancó hace 10 años y con el pasar del tiempo logró consolidarse hasta encontrar el punto exacto, que les permitió alcanzar una meta que para muchos lucía

Ingrid Morales comentó: "una generación que empezó hace una década a jugar logró culminar la meta, a pesar de las dificultades, las carencias y los obstáculos que se pusieron en el camino".

"Algunas se han retirado porque el voleibol no te da para vivir y la mayoría que estamos hoy es porque nos apasiona, porque en verdad le tenemos amor a este deporte, a pesar que en los equipos no te pagan un cinco y sin embargo, cada una de nosotras siempre da lo mejor de sí".

Viera Chacón, una de las más jóvenes del grupo, indicó: "muchas veces no hay el apoyo que uno espera en la selección y le pongo un ejemplo claro".

"Tras la clasificación al Mundial lo que más necesitamos es fogueo, no obstante, a pesar de tener la oportunidad de ir al NORCECA una semana después de regresar de Dominicana, no pudimos asistir porque la Federación de Voleibol no contaba con presupuesto para asistir. Fue una lástima e incluso la Federación corrió el riesgo de ser sancionada al no estar presente. Todo por dinero".

Renunció a su trabajo

"Para ir al premundial tuve que renunciar a mi trabajo de facturación en una empresa. Fue un gran sacrificio pero mi familia me apoyó en todo momento, pues sabe lo que significaba para mí el Mundial y sin duda valió la pena.

Actualmente estudio publicidad. Del voleibol no se puede vivir, las que jugamos lo hacemos por la enorme pasión que le tenemos a este deporte y porque nos gusta. Ojalá este sea el primer paso para que el voleibol tenga más desarrollo".

Empezó en la campiña

" "Desde los 9 años juego al voleibol. Empecé en Turrialba en las eliminatorias de Juegos Nacionales, además fui seleccionada en todas las categorías menores, antes de llegar a la representación mayor.

En San José vivo con mi hermano mayor. Es mi mejor amigo y además también está en la selección masculina.

Me siento muy orgullosa al ser parte de la selección que clasificó al Mundial, porque nos acoplamos bien al grupo y logramos el objetivo".

Madrugadas por Nicolás

"Todos los días me levanto a las 5:30 a.m. para cumplir con mis obligaciones en el hogar y dejar listo a mi hijo Nicolás, que tiene 6 años.

No tengo dinero para pagar una empleada, por eso debo hacerlo todo antes de irme a la universidad y más tarde a los entrenamientos del equipo.

Me había retirado del voleibol de gimnasio porque no se puede vivir de eso, solo estaba dedicada al de playa, pero regresé para ayudar a la Selección y alcanzar el mundial".

Del llanto a la alegría

"Un mes antes de ir al premundial no sabía si podía asistir. Tengo una lesión crónica en las rodillas y no estaba segura de poder participar, estuve fuera dos semanas con terapia para poder recuparme. Había regresado de Estados Unidos donde jugué para las universidades de Palm Beach y Temple University, donde incluso fui elegida como la mejor deportista de ese centro.

Sinceramente lloré al temer no poder ir, pero al ser elegida y lograr nuestro sueño de clasificar al mundial, me llena de una gran satisfacción"

Papá dejó un buen legado

"En mi familia siempre se jugó voleibol , incluso a mí me gustó porque mi papá Pablo Rigioni jugaba en primera división. Era quien más me apoyaba, andaba conmigo para arriba y para abajo y por él empecé a practicarlo en Florencia de San Carlos, donde viví cuando era niña. Ahora resido en San José, donde estudio odontología y juego con Desamparados. Todos en casa están muy contentos porque estoy en la selección que clasificó al Mundial, mucha gente no entiende la magnitud de nuestra hazaña, pero es el primer paso para que el voleibol crezca en el país".