¿Cómo es vivir con criaturas salvajes?

Son felices entre animales capaces de matar y herir

Trabajadores del INBio, un zoológico y el dueño de unas pirañas nos cuentan sus experiencias

Hombres y mujeres, por amor o trabajo, lidian a diario con criaturas salvajes, que por más compañía humana o hábitats artificiales que tengan, nunca cambiarán del todo, pues el instinto es imborrable.

En el INBioparque, en Santo Domingo de Heredia, nos encontramos con un escuadrón de adanes y evas del 2006, quienes siguen cumpliendo la primera misión encomendada por Dios a los humanos: cuidar y nombrar a las criaturas en la Tierra.

En ese pequeño Edén, de 50 hectáreas, los empleados pasan el día entre boas, ranas venenosas, caimanes y tarántulas.

Por suerte (o más bien prevención) nunca ha ocurrido una emergencia, pero los sustos abundan en el reino animal.

"Saqué una tarántula de la jaula para mostrársela a la gente. Ella (que la ciencia llama licósido) saltó de mi mano hacia la gente. Les dije que no se movieran, mientras perseguía a la tarántula por la sala hasta alcanzarla", asegura, hoy con humor Zianny Aguilar, una de las guías.

Si le interesa saber cómo la agarró: "hay que presionarles el centro de su cuerpo con el dedo; eso las hace encogerse", explica.

Además del uniforme, en el INBioparque, al parecer, el valor es casi obligatorio. Felipe Delgado es prueba de ello.

Su labor cuidar de la flora, pero cuando le solicitan trabajar con las serpientes lo hace, aunque años atrás fue mordido por una terciopelo que le dejó el dedo índice sin sensibilidad.

"No me da miedo, solo debo tener cuidado para manipularlas. Aunque uno les tiene cariño, no deben ser consideradas como mascotas, ya que siguen siendo animales peligrosos", comenta.

Otro de los adanes en este paraíso es el biólogo Luis Felipe Quirós, quien está acostumbrado a trabajar con insectos, pequeños pero generadores, si atacan, de dolores muy fuertes.

Dice él que en más de una ocasión las hormigas cornizuelo (pican durísimo) se le han subido y le han dado problemas. "Por eso a todo hay que tenerle respeto".

Para estos hombres y mujeres, advertir que un "compañero de trabajo" es venenoso, no se debe a un roce personal entre humanos, sino a una recomendación vital para señalar de cuáles animales se debe cuidar.

Dos leonas le rugen a diario

En el zoológico La Marina, en San Carlos, las reinas son dos leonas.

Juan José Rojas, el propietario del lugar, asegura que las medidas son extremas porque ellas se lo pueden comer de "un bocado".

Mandó a diseñar una jaula especial en Inglaterra para mantener a las felinas. La estructura tiene un área donde las leonas comen y si ocupan dormirlas permite que desde una distancia corta se le inyecten los dardos con los medicamentos.

"Ser irresponsable con esto sería mortal", dice.

Tres pirañas consentidas

Desde que a Francisco Barrantes una de sus tres pirañas le mordió un dedo, dejó de verlas como animales inofensivos con mala fama.

Hace cinco meses, las compró en una veterinaria y desde entonces ha sido testigo de la ferocidad con la que se pelean la comida (un alimento especial) y se atacan entre ellas.

"Compré utensilios para manipularlas, nunca les metería la mano", asegura.