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 Nacionales Domingo 23 de julio, 2006, San José, Costa Rica.
 

Algunos afirman que así se destacan y vuelven a las raíces

Quemaduras e implantes... para "adornar" el cuerpo

Autoridades están preocupadas por las nuevas formas de "arte corporal" entre jóvenes ticos

Esteban Arrieta Arias

Además:

  • "No me volvería a poner nunca nada de eso"
  • Ricardo, un joven de 25 años, colecciona tatuajes y "piercings" en su cuerpo, y muestra orgulloso las cicatrices hechas con calor y los implantes que le dan, según él, "un toque diferente al de las demás personas".

    A pesar de su llamativa apariencia, este joven, que prefiere el anonimato, es una persona como cualquier otra.

    "Para mí, las modificaciones corporales son simplemente un arte, una forma de expresarnos y decir lo que sentimos. No es una loquera, como dice el resto de la gente, sino adornos", comenta.

    Ricardo afirma que ha gastado más de ¢300 mil en sus modificaciones y, "aunque todos piensen lo contrario, no duele tanto hacérselas como dicen".

    Aunque reconoce que este tipo de "arte" puede ser peligroso, asegura que "los trabajos que tengo en mi piel son hechos por profesionales, que cuidan hasta el último detalle de las normas de seguridad y salud".

    Al igual que él, muchos jóvenes en el país han encontrado en las modificaciones corporales una forma "de volver a las raíces", según indica Federico Cortés, perforador del Estudio 506, uno de los más antiguos.

    "La gente cree que es una tendencia nueva, pero no es así: las antiguas culturas se rasgaban la piel con dientes de animales o lanzas, o se quemaban con madera caliente. Los indios de nuestro país se ponían argollas".

    En Costa Rica, los jóvenes no solo se hacen tatuajes o se ponen "piercings" en la frente, párpados, lengua y genitales, sino también "brandings" (quemaduras de tercer grado) y escarificaciones (cicatrices con bisturí), todo ello con el aval de las autoridades de Salud.

    Lo único no permitido son los implantes, que consisten en meter bajo la piel figuras muy primitivas, hechas con aleaciones de metal quirúrgico o de titanio.

    Gary Hernández, perforador del Estudio Stigma, asegura que "hay cada vez más jóvenes interesados en el arte corporal".

    "Ya perdí la cuenta de los aretes que he puesto en los genitales de hombres y mujeres. Creo que, dentro de poco, será mucho más común de lo que se cree", agrega.

    Leda Flores, especialista en Dermatología, dice que estas prácticas pueden generar infecciones muy graves que, incluso, llevan a la muerte. Asimismo, afirma, pueden propagar enfermedades infectocontagiosas como la hepatitis, el sida y el tétano, entre otras.

    Flores explica que los cuidados sanitarios deben ser muy estrictos, aun después de hacerse la modificación en el cuerpo.

    La ministra de Salud, María Luisa Ávila, señala que le preocupan las nuevas tendencias entre los jóvenes, "puez en el pasado hubo personas que casi pierden la vida y todavía no se recuperan".

    Por eso, ordenó hacer un "barrido" de todos esos establecimientos, a fin de garantizar la seguridad sanitaria y capacitación de los tatuadores y perforadores que se dedican a esta labor.

    Detalles

    Ponerse un "piercing" tiene un costo de entre ¢6 mil y ¢22 mil. Los tatuajes, "brandings" y escarificaciones oscilan entre ¢10 mil y ¢100 mil, dependiendo del tamaño, profundidad y complejidad del diseño.

    Los perforadores se capacitan entre sí o van al extranjero, en el mejor de los casos, para aprender de expertos de otros países.

    Generalmente, los "brandings", escarificaciones e implantes son diseños muy primitivos, como estrellas, líneas, puntos y otras figuras geométricas.

    Con la piel "pintada"

    Foto Flotante: 1314181

    Implante. Metal quirúrgico o titanio dentro del cuerpo. Son figuras primitivas.

    Foto Flotante: 1314183

    "Branding". Cicatrices de segundo o tercer grado, hechas con utensilios al rojo vivo.

    Foto Flotante: 1315126
    Cortesía Stigma.

    "Piercing". Se colocan en todo lado, incluso, en los genitales y párpados.

    Foto Flotante: 1315132

    Escarificación. Una cicatriz hecha con un bisturí, con figuras un poco más elaboradas.

    Foto Flotante: 1316097

    Perforador. Gary Hernández defiende su trabajo y asegura que es arte corporal extremo y nuevo.

    "No me volvería a poner nunca nada de eso"

    Jason Saborío, de 21 años, sabe lo que es el verdadero dolor por "el arte corporal".

    Hace dos años, casi se muere por una bacteria que ingresó a su organismo, mediante el hueco que se hizo en la lengua para lucir un "piercing" fosforescente.

    Hoy, después de dos operaciones, este joven capitalino reconoce que su vida no volverá a ser la misma, pues, ahora, dos válvulas mecánicas y un marcapaso lo mantienen con una vida limitada.

    Asimismo, lucha por recuperar la movilidad total de su brazo y pie izquierdos, pues la bacteria que lo atacó, le produjo una embolia que le atrofió los tendones de las extremidades.

    "Mi familia y yo hemos sufrido mucho. La bacteria me atacó seis meses después de hacerme el "percing", por lo que el riesgo es permanente, si uno no tiene cuidado".

    Saborío dice que, por el momento, no puede trabajar y, de por vida, debe tomar medicamentos.

    "Yo jamás me volvería a poner una cosa de esas, y les digo a los jóvenes que lo están pensando, que no lo hagan, pues podría ser peligroso".

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