Rincón arbitral
Entre malos, buenos y regulares Ramón L. Méndez Exárbitro
Desigualdad. Eso es lo que existe en nuestro arbitraje. Si en seis juegos tres arbitrajes salen de regular a malos el porcentaje es muy bajo. Da lástima observar cómo se dejan burlar los árbitros, parece que no les preocupa, da la impresión que lo único que interesa es salir al terreno de juego, ganarse los jugosos ciento y resto de mil colones por partido y que los jugadores hagan lo que les dé la gana.
Cuando uno observa que un jugador cobra un tiro de esquina un metro fuera del lugar indicado, como sucedió en el juego Pérez-Carmelita, con un árbitro internacional como Edgar Rodríguez, que venía de arbitrar un juego de final en el campeonato hondureño; que al celebrar un gol los jugadores de pasan a ridiculizar al contrario bailando y hasta toreando y el árbitro Rodríguez lo permite como si nada, cuando la regla es clara y dice “por más que esté permitido que los jugadores expresen su alegría al celebrar un gol, la celebración no deberá ser excesiva”, además se amonestará a un jugador si, en opinión del árbitro: hace gestos provocadores, irrisorios o exaltados”.
Lo único con lo que se puede justificar nuestros réferis es que más de uno no tiene opinión. A nuestro criterio, no saben interpretar el juego.
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